Después de aquel 14 de febrero, nuestra relación de amigos se hizo un poco más "intensa", por la manera en que nos veíamos a escondidas de todo el mundo. Nos íbamos después de clase, a pasear o a comer en los malls que se encontraban cerca del instituto.
Era el fin de ciclo en el instituto, y yo me despedía de él, porque ya había terminado de cursar los 3 años que se necesitaban para graduarse; mientras, Luna me escribía y me felicitaba por aquel logro.
Lo malo de eso, era que no tenía nada que hacer en las tardes, así que decidí hacerle una propuesta.
- ¿Quisieras ir a una sala de ensayo conmigo? -le pregunté- porque, iré a practicar la batería y pensé que te gustaría acompañarme.
Su respuesta no se hizo esperar, ya que a ella le encantaban esos temas.
- Definitivamente si, vamos -respondió.
Nos encontramos en la sala de ensayo más "central" para ambos, y estuvimos practicando por una hora y media, haciendo canciones de rock de nuestro país y un poco de rock extranjero. Cuando eso sucedía, empezamos a hablar de cómo había sido nuestra semana o las cosas que habíamos realizado.
En ese momento, le comenté que el día siguiente era cumpleaños de mi madre, a lo que ella respondió con una muy interesante idea.
- ¿La puedo ir a saludar? -preguntó.
Yo me quedé congelado, porque de repente ella iba a ir a conocer a mi mamá, un día antes de su cumpleaños, y yo no tenía la más mínima remota idea de que decir.
- Y, ¿Cómo te presentarás? -pregunté.
-¿Cómo tu enamorada? -respondió.
Eso me hizo poner mucho más tenso en ese instante, pero no le negué su deseo: íbamos a ir a ver a mi madre.
Caminamos por varias cuadras, para llegar a una pastelería, donde cité a mi mamá para que Luna la pudiera conocer. En sí, cuando mi mamá llegó, nos pusimos muy nerviosos, y más lo estaba yo, cuando veía que ambas me miraban al mismo tiempo para regañarme.
-José, deja las baquetas y ponte tranquilo -me decían.
Hablamos durante 30 minutos aproximadamente, hasta que nos despedimos de mi mamá y después acompañé a Luna a que tomara su autobús, sin antes comer una tarta de fresa. Decidimos ir caminando, mientras ella preguntaba cosas de lo que había sucedido.
-¿Crees que le caiga bien? -preguntaba.
-Eso depende de ella, pero creo que si eh- respondía.
Cuando llegamos a una pastelería que se encontraba al frente del paradero, empezamos a degustar las tartas. Nos quedamos allí unos 20 minutos, porque a ella se le hacía tarde para llegar a su casa.
- ¿Vamos al paradero? -preguntó.
- Vamos, te acompaño -le dije.
Mientras caminábamos, le pregunté algo que debía haber dicho aquel día, pero no lo hice.
- Entonces, después de esto, ¿seguimos siendo mejores amigos con derechos? -pregunté, con algo de ironía.
Ella me vio a los ojos, y me sonrió de una manera muy feliz, que solo me hizo ponerme muy feliz.
-No -me dijo- nosotros ya no seremos amigos. Somos mucho más que eso.
Esa frase me dejó feliz, y un poco tieso, porque fue muy directa. Solo atiné a abrazarla, y seguimos la ruta hacia el paradero del autobús, donde esperamos a que este apareciera.
- Ahí viene tu transporte -le dije- es la despedida.
- Sí, gracias por lo de hoy- respondió.
Quise decir algo, pero no bastaba con palabras en ese momento, porque sucedió algo sumamente "cursi". Ella me dio un pequeño beso, mientras yo la abrazaba.
- Adiós José- me dijo, mientras subía a su autobús.
- Adiós Luna, cuídate mucho, y escríbeme cuando llegues- añadí.
Ese día es inolvidable para ambos, ya que compartimos la felicidad de estar juntos, después de varios meses de alejamientos por varias razones.
Cuando llegué a casa, mi mamá me preguntó si quería saber su opinión sobre ella, a lo que yo atiné a decir:
- No creo que importe mucho ahora, mamá; creo que sólo debe ser importante que ambos sentimos lo mismo por el otro, y ser felices.
Mi mamá, quien se guardó su opinión para ella sola, solo dijo unas cuantas palabras después de eso:
- "Es una buena chica, cuídala; eso sí, no seas pisado"- dijo mamá, con ironía.
Me reí con ella por un buen rato, y la terminé de ayudar con algunas cosas que ella quería hacer para cuando llegasen sus invitados a su pequeña reunión por su cumpleaños.
Y así, pasaron los días, semanas y éramos muy felices juntos, cada momento, cada escapada juntos fue y será inolvidable. Quizás pasamos por enormes, y monstruosos problemas, pero creo que lo mejor que pudimos hacer es, querernos y afrontar los problemas para llegar a ser felices juntos.
Hace pocos días, Luna y yo celebramos nuestro primer año junto, haciendo lo que más nos apetecía hacer: comer en el centro de la ciudad. Fue un grandioso día, donde reímos, jugamos, cantamos y sobre todo lo más importante, nos amamos.
- ¿Te imaginas como será de aquí a 10 años? -preguntó.
-No creo que debamos interesarnos por eso ahora -le dije- hace poco leí una frase de una película animada, que me ayudó a entender de cómo debo manejar mi vida: "el ayer es historia, el mañana es un misterio, pero el hoy es un regalo, por eso se llama presente".
- Y según eso, ¿Qué supones que hagamos?-me dijo.
- Bueno, vivir y disfrutar nuestros momentos juntos- respondí.
Después de eso, nos abrazamos, le di un beso y seguimos nuestra ruta hacia donde nos llevara la imaginación, o mejor dicho hacia el instituto, porque ella tenía clases, y yo quería acompañarla.
Para cerrar esto, lo que más resalto de esto es que, a pesar de las dificultades que pueda haber, las personas que se aman entre sí, deben luchar unidas para poder sobrepasar cualquier adversidad que encuentren en su camino.
Eso hicimos nosotros, y miren ahora: ella y yo tenemos nuestro primer año de relación, y no nos excedemos a pensar en el mañana, sino en vivir cada día, y cada momento juntos. Y por último, quizás por el título, se podía deducir una historia muy triste, que en verdad así fue, pero con un final feliz.
Vivir cada momento fue nuestro objetivo, dependía de nosotros cada acción que realizábamos, para que consigamos la recompensa que era estar juntos a costa de todo, porque gracias a eso, Luna y yo pudimos decir:
"Siempre seremos prófugos, los dos".
FIN
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Solíamos decir: "Siempre Prófugos"
Teen FictionHistoria basada en hechos reales. José, un joven común y corriente, empieza a entrar en un mundo lleno de cosas que pensó nunca iba a experimentar, y que tienen que ver con un solo sentimiento: el amor. Para ello, atraviesa diferentes adversidades...