Después de aquella, no volví a ser el mismo muchacho serio, con cabello largo y una mirada penetrante; más bien, me había convertido en alguien que reía muy seguido, algo que no era común pero que asimilé de buena forma.
Todo estaba de maravilla, pero no podía ser ajeno a lo que pasaba a mí alrededor, ya que las 4 semanas que faltaban para que rindiera mi examen de ingreso a la universidad se pasaron volando. Cuando me di cuenta, quedaban solo 5 días para ir a competir contra miles de estudiantes que, al igual que yo, querían conseguir una vacante en la universidad.
Mis amigos y mi familia me decían que necesitaba relajarme, de cualquier modo para poder rendir mi examen de forma tranquila. No sabía qué hacer, buscaba y buscaba actividades que me ayudasen a relajarme, pero la búsqueda no daba frutos.
- ¿Y si sales con un amigo? -me dijo mi hermana.
Claro que era una buena idea, pero la mayoría de mis conocidos en esa época estaban estudiando, y no sabía de alguien que tuviese tiempo para salir o ir a tomar algo. Quizá lo pensé mucho, o el no tener mi celular a la mano no ayudó, pero después de pensar si le escribiría o no, decidí hacerlo.
-¿Luna? -le escribí por medio de mi celular, que estaba cargando en ese momento- ¿estás durmiendo o sigues despierta?
Claro, la mejor idea que se me pudiera ocurrir, el invitar a la chica a la cual me había declarado, a salir un lunes en la noche. Sí, también me dije loco en ese momento, pero a veces los locos somos las mejores personas hablando de emociones.
- Dime José, ¿Qué pasó? -preguntó.
- Nada malo -respondí – solo quería preguntarte si el día miércoles quisieras salir un rato a pasear. Tengo mucho tiempo libre y bueno, no se pensé que te gustaría la idea.
Creo que lo pensó mucho, porque no me respondió al momento en que le escribí, pero igual su respuesta fue muy satisfactoria.
- Claro, me avisas la hora, el lugar y salimos –concluyó.
Nos pasamos la noche tratando de idear un buen plan y organizarnos para ver qué actividades podríamos realizar en nuestra salida. Afinamos los detalles, y todo quedó listo, porque sin querer sentí que el día martes pasó muy rápido.
¿Cómo? Bueno, como me la pasé estudiando ese día, perdí la noción del tiempo y hasta olvidé que tenía que comer. Fue algo chistoso, ya que mi mamá me gritó de manera eufórica.
¡JOSÉ! ¡TIENES QUE COMER, HIJO! ¡DESPUES TE DA ALGUNA ENFERMEDAD POR NO ALIMENTARTE BIEN!
El día miércoles, el tan ansiado día por mí, había llegado. Desde que desperté, empecé a pensar el cómo iba a ir vestido, pero claro nada extravagante. Solo unos jeans, zapatillas negras y polo color negro, algo retro para la época. Las horas para ver a Luna pasaban de la manera más rápida que puede existir, ya que me pasé toda la mañana escuchando música en la academia.
- Te ves muy feliz -me dijo Jenn - ¿A dónde irás?
- Saldré con una amiga, para relajarme un poco -respondí.
El día en la academia pasó velozmente, así que solo atiné a esperar que el profesor de Biología nos dejara salir del aula para encontrarme con Luna afuera de la academia.
- Muy bien alumnos, pueden retirarse -se escuchó.
No pensé dos veces, solo cogí mi maleta y salí a toda velocidad a encontrarme con Luna afuera, en el paradero. Para mi mala suerte, ella aún no llegaba, por culpa del tráfico.
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Solíamos decir: "Siempre Prófugos"
Ficção AdolescenteHistoria basada en hechos reales. José, un joven común y corriente, empieza a entrar en un mundo lleno de cosas que pensó nunca iba a experimentar, y que tienen que ver con un solo sentimiento: el amor. Para ello, atraviesa diferentes adversidades...