Prólogo

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"Es un bebé, no se dará cuenta"


Él se había dado cuenta, de hecho, lo sentía.

Se hallaba envuelto por una acogedora calidez que lo sostenía apretado contra un frágil torso. La persona se movía rápido e inestable, pero con convicción. 

Era su madre, lo sabía por la suave melodía susurrada en su oído. Estaba triste, podía notarlo por el temblor que la dominaba y las pequeñas gotas que aterrizaban en su mejilla.

Algo estaba mal, lo estuvo desde que su madre dejó de reír cuando aquel par de manos rugosas y divertidos lanzamientos al aire desaparecieron. No estaba seguro, pero entendió que su padre había decidido dejarlos.

La manta a su alrededor amortiguaba aquella tranquila canción. Debía dormirse. Un alegre tono y mecedores movimientos eran la señal. 

No podía, sin embargo. No funcionaba esta vez, quizá por el trote, quizá por el miedo. 

Quizá Louis era demasiado pequeño para comprender todo lo que aquello significaba, pero todos sus sentidos se encontraban en alerta, percibiendo. 

Sus ojos se abrieron cuando todo se detuvo. Encontró aquella figura que tanto amaba, ella jugó con sus manos y murmuró algo que lo hizo reír.

Besó su frente y el desastre llegó.

Estaba frío. Ya no percibía aquel calor familiar y se retorció en busca de los brazos que anteriormente lo acogían. no halló nada.

Entonces alguien lo rodeó, acunándolo. Una extraña voz acaramelada llamó la atención de sus sentidos, era nueva, desconocida.

Pero sí conocía aquello que bailaba frente a sus ojos, un verdoso sonajero en forma de sapo.

Era divertido y lo hizo olvidar por qué estaba allí y por qué ya no era cálido.

Olvidó y del mismo modo sintió.

Siente, todavía hoy, la calidez que nunca volvió. 

Winter | Primera Parte | L.SDonde viven las historias. Descúbrelo ahora