Nueve

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-         Dime que esas no son lágrimas -la risa de Louis retumbó en su pecho. 

Giró su lloroso rostro hacia Louis. Fingió horror mientras lo observaba bostezar, completamente despatarrado en su lado del sofá.

-         Claro que lo son –farfulló orgulloso.

-         ¿Se te ha metido algo en el ojo? -preguntó un sarcástico Louis. 

-         ¿No entiendes que él murió? ¡Por salvarla a ella! -enfatizó. 

-         Oh vamos, Harry. Es sólo una película, no creerás que cosas así suceden en la vida real.

-         Lo creo, insensible e inhumano duende de jardín –Louis apretó los labios evitando reír. Él realmente creía estar insultándolo-. No todos pensamos que el amor es una mentira para vender palomitas de maíz, ¿entien..Oh Dios, lo recordé -se detuvo a sí mismo, olvidando el pequeño intercambio. 

Se incorporó en su lugar y dejó caer la manta que lo cubría para enfrentar completamente al castaño.

-         Déjame decirte que das pena imitándome –se burló Louis del fracasado intento que realizó por igualar su tono al recitar la frase.

-         Eres más agudo, en realidad –Louis arrojó un almohadón hacia él-. No me distraigas, debo aprovechar estos momentos para recordar.

-         Pon fútbol y quizá pueda ayudarte.

Estrechó sus ojos hacia él. Se inclinó hasta alcanzar el mando a distancia y poner el canal indicado.

-         ¡Fútbol! –chilló, volviendo a su posición de piernas cruzadas frente a Louis-. Jugabas fútbol.

-        Todavía lo hago –sonrió, corroborando el resultado del partido antes de volver a darle su atención.

-         Déjame pensar –Harry cerró los ojos con fuerza. Lo tenía, estaba seguro-. ¿Doncaster?

-         Una más y te ganas el millón –Louis alzó sus cejas. Estaba jugando con él.

-         Recuerdo que vivías con tu madre –prosiguió, buscando en su memoria-. No te mudaste aquí por estudios y... -se detuvo, creyendo que eso era todo-. ¡Oh! Tienes veintitrés años -Louis aplaudió con una sonrisa-.¿Es eso todo lo que sé de ti? ¿Además de tu odio por las películas románticas y tu mal genio?

-         Sabes mi nombre y mi trabajo –Harry inclinó el rostro hacia un lado, reproche reflejado en su puchero-. ¿Quieres mi contraseña de twitter?

-         ¿Estás burlándote de mí? -preguntó con cierto dolor. 

-         Jamás haría eso, me ofendes.

Gruñó, dispuesto a ponerse de pie, pero Louis tiró de él, lo guio hasta caer entre sus piernas y lo refugió sobre su pecho. Los envolvió a ambos con la manta que tuvo a sus espaldas, sin uso hasta ese momento.

-         Me mudé por trabajo, me ofrecieron una buena función aquí. Digamos que la pasaba mal en mi anterior empleo.

Decidió no preguntar. En cambio, optó por posar el rostro en el hueco de su cuello y aferrarse firmemente al tonificado torso bajo él.

-         Háblame de ti -pidió. 

-         Detesto hablar de mí. Nunca hablo de más y siempre digo lo que pienso, bueno o malo, habrás notado eso. Quemaría toda tu colección de películas, también la mitad de tu ropa, aunque en ti luce bonita. Desearía preguntarle a quienes palmean tu espalda susurrando un "Todo pasa por algo" en dónde han leído que aquello te quita el dolor y pintaría caritas tristes en cada cajita feliz de todos los McDonald's -suspiró, recuperando el aire-. No entiendo por qué todavía no pedí una pizza para cenar, me duele el estómago del hambre que tengo.

-         ¿Hablas en serio? –rio, separándose para mirarlo al rostro. 

-         No –negó, cogiendo el teléfono sobre la mesa de café-. Me refiero a que tú pedirás la pizza, no yo. Vamos, piensa, sabes cuál me gusta.

Le entregó el teléfono y sonrió de lado.

Harry pestañeó atónito. No estaba seguro si debía reír o indagarlo más. 

-         Cuatro quesos -se decidió por seguirle el juego. 

Louis simuló emoción, brincó y aplaudió exageradamente.

Realizó el pedido sin quitar la vista de aquel par azulado que lo escrutaba con intensidad.

Colgó temblando, perdido en cómo interpretar aquella mirada.

-         Olvidé mencionarte algo -musitó Louis.

-         ¿Qué?

Louis se acercó a él y tomó su rostro con ambas manos.

-         Muero por besarte.

Harry se inclinó hacia él y Louis emitió un quejido de satisfacción, como si hubiese estado aguardando mucho por la dulce conexión, como si hubiese sufrido por no hacerlo. Harry se aferró a su camiseta, temía que se desvaneciera si lo soltaba. 

Winter | Primera Parte | L.SDonde viven las historias. Descúbrelo ahora