S.- Interesante, creo que esta servirá.
Tomó una pequeña sierra electrica y se volteó hacia mi, me sentí perdido en ese momento, no había nada que hacer y lo que más me torturaba es que ese podía ser mi fin o no, pues ya había sentido que no podría seguir con vida, pero sin embargo mi alma no me abandonaba, como si quisiera hacerme sufrir...
S.- Mira esto Lu, ¿Qué ves?.
Lu.- Una sierra...
S.- Casi correcto, pero no es cualquier cierra. De hecho, esta es especialmente usada para cortar no tu piel, sino, la armadura que protege tu alma. ¡Lo único que evita que te conviertas en una sombra!. Y por supuesto Lu, ha llegado el momento de que te unas a nuestra maldición.
Lu.- ¡Porfavor no lo hagas!.
Comenzó a acercarse hacia mí, con su maldita sonrisa al saber que estaba a punto de obtener lo que siempre quizo.
S.- ¿Alguna última cosa que decir Lu?.
Lu.- ¡Esto es como una maldita pesadilla!.
Y de golpe entró en mi mente: ¡SI ERA UNA PESADILLA!, por lo tanto, un mal sueño. Lo que significaba que podía cambiarla.
Sin dudarlo, pensé en desaparecer la luz en la cueva y maravillosamente sucedió.
S.- ¿Qué demonios pasa?.
Lu.- Ahora yo hago las reglas.
Ahora yo controlaba las sombras a las que decidí multiplicar, ahora eran veinte las sombras que tenia de aliadas.
Mientras dos me desataban, las demás peleaban con mi sombra que era muy fuerte.
S.- ¡Diles que paren!. ¡No seas un cobarde!.
Lu.- ¿Cómo hiciste tú conmigo?.
S.- Yo no te tengo miedo.
Lu.- Ni yo a ti, ya no más.
S.- Entonces diles que paren y pelea conmigo.
Lu.- Lo siento... Mi juego, mis reglas.
S.- No acabarán conmigo, y cuando termine con ellas iré por ti Lu.
Tenía razón, las sombras contra las que luchaba eran mucho más débiles y mi sombra seguía con su siniestra sonrisa, sádica, la cual de tanto ver, me corrompió en ese momento. Tomé un cuchillo y me abrí paso entre las sombras, a espaldas de mi sombra y cuando por fin estuve cerca... ¡La apuñalé y cayó al suelo!.
S.- Eres un maldito cobarde.
Lu.- Eso no me importa, es hora de tomar el control y desaparecerte de una vez por todas.
Golpeé su cara y cayó acostado al suelo, me subí en el para inmovilizarlo y seguir golpeando su cara, llenándome de su maldita sangre hasta dejarlo casi inconsciente.
Lu.- Abre tus ojos, quiero que veas tu fin.
Y entre sus ojos abiertos, vio pasar con gran fuerza el cuchillo enterrándose en su pecho. Escupió sangre, y unas gotas llegaron a mi cara. Ese fue su fin, yo me sentía extraño, como si una parte de mí... Hubiese muerto.
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Mucho más que sueños.
Historical FictionLas soñadas aventuras de Lu.. ¿Algo bueno o algo malo? Júzgalo tú.