Cap. 4 Alba de un nuevo sueño.

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Ya la peor parte había pasado, solo necesitaba encontrar una salida de la maldita cueva que tanto sufrimiento me hizo pasar. Me levanté y me dirigí hacia la puerta del salón, no sin antes mirar por última vez a mi sombra en el suelo, me sentía bien de haber borrado esa sonrisa que tanto me espantaba, aunque ver su sangre derramada me aterraba un poco ya que era como verme a mí mismo. Bueno, lo hecho, hecho estaba y lo importante ahora era salir de la cueva, así que seguí avanzando por el túnel que supuse me llevaría a donde empecé.

Mi cuerpo temblaba y mi pierna aún me dolía, pero no era de que preocuparse y seguí caminando.

Luego de treinta minutos de caminata lenta, llegué a los tres túneles y como lo recordaba: No había salida. Suerte que ya sabía que era un sueño y simplemente imaginé una puerta para salir, me acerqué a la puerta y tuve un mal presentimiento, al cual no tomé importancia y comencé a abrir la puerta, cuando de pronto escuché un grito y voltee, vi una sombra que me golpeó con tanta velocidad y fuerza que me sacó por la puerta, dejándome inconsciente.

Desperté en una sala de hospital sin saber nada, mi pierna estaba enyesada quien sabe porque y las enfermeras en el cuarto me miraban sorprendidas.

E1.- ¡Por fin has despertado!

Lu.- ¿Qué me paso?

E1.- Bromeas, ¿cierto?

Lu.- Lo digo enserio.

E1.- ¿No lo recuerdas?

Lu.- ¿Recordar qué? 

E1.- Te atropelló un auto.

Lu.- No te creo, lo recordaría.

E2.- El golpe fue muy duro y afectó su cerebro Sr. Lucas.

Lu.- ¿Quién es Lucas?

E1.- Usted es Lucas.

Lu.- ¡Wow! Lo siento chicas, pero creo que se equivocaron de habitación.

E2.- No es así señor.

E1.- Déjalo, debe haber sido el golpe. –Le susurró a la otra enfermera.

E2.- Será mejor que descanse señor.

Y ambas enfermeras salieron de mi habitación. Como ya había dicho, no recordaba nada de lo sucedido y la única opción que quedaba era esperar y descansar.

Los días pasaban en el pequeño cuarto de hospital, todos los días al levantarme miraba un ramo de flores distinto, y su aroma era delicioso. Me aburría entre momentos, ¿a quién no?, estar acostado en una cama, comiendo y buscando que ver en la televisión. No sé cómo existen personas que llamen a eso buena vida.

Mucho más que sueños.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora