Capítulo 6

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Edward

Llego antes de la hora para saludar a Julieta, la bibliotecaria que me tiene un gran aprecio. He pasado gran parte de mi año en este lugar y seguramente seguiré haciéndolo. Y como ella no parece tener una vida por fuera de la universidad, se muestra muy amigable con los estudiantes que considera «aplicados».

Le entrego un pastelito relleno de dulce de leche, su sabor favorito. Me regala una sonrisa permisiva y le aviso que voy a permanecer un rato en el fondo de la biblioteca.

—¿Muchos trabajos? —me pregunta cuando intento retirarme.

—Sí, pero además necesito un espacio para reunirme con alguien. Y como a esta hora no hay muchas personas, pensé que no habría problema...

—Y no lo hay —dice con una sonrisa mientras pasa de mano su pastel —. Mientras seas respetuoso con el volumen de tu voz, yo estaré ocupada leyendo en la recepción. Hay varios libros nuevos que estoy ansiosa por terminar.

—Seremos silenciosos —afirmo para tranquilizarla. Aunque me levanta una ceja con aire interrogativo.

—¿No me estarás mintiendo o sí? ¿Es con una chica?

—Bueno... No, o sea, sí es una chica pero... bueno, no es lo que estás pensando.

Le da un mordisco al pastelito y se limpia con un dedo en la comisura.

—Estoy jugando contigo, cielo. Ve y haz tu tarea —dice como si esto fuera un secreto entre nosotros.

Asiento y me adentro en la biblioteca.

Busco un lugar en el que no podamos ser molestados. Sé que Julieta me dijo que no iba a moverse de la recepción pero tampoco quiero que algún curioso dañe por completo mis pocos avances con Linda. Es bastante irritante cuando eso pasa y la verdad, me preocupa que ella se retire a la menor distracción o interrupción.

Aunque hay algo que me preocupa más: que ella no se presente.

Sé que dijo que vendría, pero le di muchas horas para que se arrepintiera. Podría intentar mandarle un mensaje para recordar que ya la estoy esperando, pero me haría ver más desesperado de lo que quiero parecer.

Miro con nerviosismo el minutero del reloj de pared. Avanza tan lentamente que siento que mi sudor empieza a correr por mi sien. Tamborileo mis dedos sobre la mesa de madera mientras miro las estanterías que tengo al lado. Seguro Linda va a llegar a la hora y yo he llegado veinte minutos antes.

Serán veinte minutos largos.

Me levanto dos veces para revisar algunos libros pero vuelvo a la mesa sin ninguno. Quizás debí aprovechar para adelantar trabajos, pero igual, mi concentración es nula. Leí la introducción de tres libros y si alguien me pregunta de qué trata, no sabría qué contestar.

Al final, traigo algunos para disimular que estoy haciendo algo. Aunque no los abro.

Y es ahí cuando la veo. Alzo mi mano para que ella me pueda encontrar. Sus ojos se fijan en mí y me hace sentir como un niño pequeño que tiene al frente alguien a quien admira. Se contonea con su particular caminar mientras trago grueso y mantengo mi contacto visual en su rostro. No quiero que crea que soy irrespetuoso.

Se ve hermosa. Con el cabello cayendo a ambos lados de sus hombros, ligeramente maquillada, está usando una blusa de tirantes que marca su cintura y unos pantalones grisáceos. Se ve sofisticada e intocable.

¿Podrías dejar de pensar que es intocable?

—Hola Ed —dice tratando de sonar distante. Me provoca una punzada de dolor el modo en que ignora lo que hicimos.

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