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El viernes 3 de enero Martina volvió a la casa con Clari y Santi después de la hora del almuerzo.

Lucas ya volvió. —Señaló el auto de su hermano estacionado y vio a su cuñada asentir con una sonrisa.— No entiendo a dónde se fue, ¿qué es más importante que llevar a su hijo al control médico?

Relajate, Martu. Tenía cosas que hacer, no pasa nada. —Rió Clara.— Además lo pasamos bien esta mañana, ¿o no?

Obvio, siempre me gusta estar con vos y con ese bombón también. —Respondió mirando a su sobrino.— Además si no hago estos planes de tía ahora que estoy acá, ¿cuándo los voy a hacer?

Habían llevado a Santiago al control médico de los veinte días y después almorzaron en un restaurante para aprovechar y hablar tranquilas, ya que no habían tenido tiempo de hacerlo porque en la casa había gente dando vueltas todo el tiempo.

Al principio Martina había estado celosa de la novia de su hermano, pero con el correr del tiempo no sólo la había aceptado sino que se habían vuelto muy compinches. Eran amigas y le dolería que la relación de ellos termine porque la quería mucho a Clara. Se entendían y aconsejaban constantemente; y ambas habían extrañado esos momentos.

Entraron y se encontraron con Lucas sentado en el living mientras que sus primos estaban en la pileta o en el jardín, tomando sol. De su mamá y sus tíos, ni rastro.

¿Cómo les fue? —Después de contarle todo lo que les había dicho el médico, Martina se quedó unos segundos en silencio y mirando hacia todos lados.— ¿Pasa algo? ¿Qué buscas?

Sacudió la cabeza, negando, y sonrió.

Me pareció sentir un perfume que se me hace demasiado familiar, parecido al de Nick. —Tanto su hermano como Clara soltaron una risa.— Lo sé, no hace falta que me lo digan: estoy tan hasta las manos con él que flasheo. No me hagan caso.

Los dejó solos y subió a su habitación para intentar hablar con él. Después de unos segundos, le atendió la videollamada.

/—No sabes lo que me pasó, babe. —Le dijo apenas él respondió.

—Hola, Marti. —Rió él y ella lo saludó con la mano.— ¿Qué te pasó?

—Acabo de llegar a la casa y me pareció sentir tu perfume. —Ante sus propias palabras soltó una risita.— Es absurdo, creo que te estoy extrañando demasiado.

—¿El calor te empezó a afectar? —Dramatizó y ella rió.— En todos estos días nunca me dijiste que me extrañabas.

—Maldito Jonas, ¿qué clase de hechizo me hiciste para convertirme en esta cosa tan cursi? —Protestó y ambos rieron.— Sí, te extraño. —Recién en ese momento se dio cuenta de que él estaba en remera manga corta y frunció el ceño.— ¿Qué haces tan desabrigado?

—Ah, es que me fui de la montaña y acá adentro no hace tanto frío. —Martina asintió.

—Esta mañana llevé a Santi al control médico con Clara porque mi hermano tenía cosas que hacer, no sé qué cosa puede ser más importante que eso. —Nick hizo un gesto de que no tenía idea.

—La verdad no sé que decirte, baby. —Rió él, desentendiéndose del asunto y pasándose la mano por la nuca en un gesto de nerviosismo.— Es viernes, ¿salís hoy? —Le preguntó para cambiar de tema.

Su novia venía saliendo casi todas las noches a bailar, a cenar o a juntarse con sus amigos. Estaba aprovechando al máximo esos días en Argentina.

—Me dijeron de salir, pero ni idea. Supongo que más tarde definiré, falta bastante para la noche todavía. —Lo vio asentir.— ¿Vos?

—No sé, es temprano.

Hold on (Nick Jonas)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora