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Luego de lo que Martina sintió como una eternidad, algún miembro de la tripulación anunciaba por el altoparlante del avión que habían llegado. Por fin, después de tanto tiempo, volvía a verlo a él. Esa persona que era su cable a tierra.

Le pareció que los trámites de migración y aduana tardaban más de lo habitual. Lo mismo su equipaje, que obviamente fue de los últimos en aparecer en la cinta transportadora. Una vez que concluyó con todo eso, caminó a paso apresurado hacia la zona donde salían los pasajeros que arribaban, en busca de uno de esos abrazos que solamente Gastón le podía dar.

Al fin, hermosa, ¡te extrañé!

Tenía un nudo en la garganta que le impidió responderle. No lo quería soltar porque en sus brazos se sentía segura, pero sabía que si no se alejaba iba a empezar a llorar y no estaba dispuesta a hacerlo en el medio del aeropuerto. Muy a su pesar, se separó.

¿Y? ¿No me vas a dar la bienvenida?

¡Tonta! ¡Bienvenida a Nueva York! —Exclamó abrazándola nuevamente pero levantándola del piso.— Vamos, debes estar cansada y tenemos una charla pendiente.

Gastón Dalmau era su mejor amigo. Más que eso, eran hermanos de la vida.

Una vez que dejó sus cosas en la habitación que ocuparía en el departamento del rubio, se acomodaron en el living con mates de por medio. Les esperaba una larga, larga charla.

¿Y? ¿Qué haces acá?

¿Qué pasa? ¿No querés mi compañía? —Dijo en chiste intentando retrasar la conversación.

Sabes que no es eso, y no trates de desviar el tema... —La reprendió con una mirada.

Ya no soporto estar cerca de todo lo que me recuerda a Victorio. Y quería venir a verte. —Dijo restándole importancia.

No te hagas la fuerte conmigo. —Le dijo abrazándola y acurrucándola contra su pecho mientras las primeras lágrimas se le escapaban.

Estaba decidida a empezar una nueva vida y sabía que contaba con el apoyo incondicional de Gastón.

Nueva York era su nueva oportunidad de ser feliz. No tenía un plan definido, dejaría que el destino haga de las suyas. Viviría de sus ahorros hasta que consiga trabajo. El idioma no era un problema para ella porque amaba el inglés, lo había estudiado desde chiquita.

Los días con Gastón no iban a ser aburridos, se complementaban a la perfección y se divertían mucho juntos. Gastón se había mudado a NY unos meses atrás para seguir perfeccionándose en el arte, dejando en Argentina su fama y su carrera de actor y cantante para seguir uno de sus mayores sueños.

Martina era periodista y aficionada al canto. Amaba la carrera que había seguido porque le gustaba escribir y reconocer historias a su alrededor, pero la música era una parte importante en su vida.

Hold on (Nick Jonas)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora