Cap 3

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El demonio y el humano estaban en su rutina diaria. Bill acosando sin parar a su humano y Dipper paranoico por todas las flores que sigue encontrando. Pero ninguno de los dos sabe que este día algo iba a cambiar...

—Estoy solo, en el MindScape, espiando a mi hermoso Pino sin saber que hacer, estoy perdiendo mi tiempo y ni siquiera encontré una cura a mi emfermedad, pero no creo que llegue a peo- UGGHA— el demonio acababa de vomitar una gran cantidad de esa planta azul —que asco, estas flores ya me estan hartando.

—Jefe, no debería pedirle ayuda a-

—NO, no te atrevas a mencionar a ese inmundo humano a menos que quieras perder tu inservible vida— el rubio fue tornando su amarillo en un fuerte carmesí, ya era la décima vez en esa semana que mencionaban esa posible solución.

El monstruo huyó asustado saliendo por una puerta dentro de la sala. La puerta se cerró detrás él y Bill suspiró tratando de calmarse y así lentamente volviendo a su color natural.

"Tal vez no sea mala idea" pensó aburrido mirando a su humano vagar en el bosque como hacia todas las tardes. Salió del MindScape y se concentró en seguir sigilosamente al humano.

Dipper fue hasta un árbol cualquiera y se sentó bajo éste para empezar su lectura. Aunque pareciera muy aburrido el simplemente está tratando de averiguar el misterio, pues le gustan mucho los libros de ese estilo. Lo deja pensando y siempre termina resolviendolo. Pero el único misterio que le cuesta resolver es el de su flor, la enigmática aparición de esta flor lo seguía atormentado, pero trata de no pensar mucho en ello.

Ya despues de varias horas, y calambres por posiciones incomodas para leer, terminó rapidamente su libro como ya era costumbre.

Se paro tomando su libro, de repente sintió un ruidoso movimiento entre los arbustos a su alrededor, luego escucho una estruendosa y enferma tos, parecía que alguien sufría. Se quiso acercar pero cuando hecho un vistazo se dio cuenta de que no había nadie. Miro en los arbustos y se encontró con esa flor, pensó, su acosador lo estaba siguiendo y espiandolo.

Sacó una foto, como era costumbre, de la "escena del crimen" y se dirigió a la cabaña para entrar en su habitación y no salir hasta la hora de la cena, o cuando tenga hambre.

Pasó horas ahí dentro tratando de conectar los puntos y tratar de saber si su vigilante estaba enfermo o no, pues esa tos se oía muy grave.

Al final no tuvo ninguna conclusión diferente a las de siempre: lo sigue a todas partes y nunca falta la flor.

Pasó horas y él ni cuenta se dio, escucho el grito de su hermana que lo llamaban para cenar, ese día ella cocinaba. Bajo y se encontró con la divertida, pero deliciosa,  apariencia del alimento preparado por su hermana, siempre tenía su propio toque personal.

Acabó gustoso con la comida y fue directo a su habitación. Rapidamente se cambió a su pijama, en lo que solo consistía en una musculosa blanca y su pantalón azul claro. Preparó cuidadosamente su cama y apagó las luces. Trataba de dormir, ya que muchas veces no puede hacerlo, pero esta vez si lo logró.

En medio de la noche un demonio vigilaba de cerca a su amor no correspondido, este era una de las pocas veces en las que Dipper dormía y Bill podía contemplarlo a una extrema cercanía, donde en ocasiones juntaba sus labios en a penas un roze.

Justo cuando iba a tocar esos delicados labios él menor habré de repente sus ojos. Su cara muestra una gran sorpresa con una pizca de miedo y confusión. Bill se incorpora y se aleja un poco.

—Qui...quién eres tú?— pregunta titubeante y temeroso el humano, sin embargo Bill no contesta. Dipper frunce el ceño levemente alejando el sentimiento de miedo.— te pregunté, quién mierda eres y que ibas a hacerme?

— yo... Soy Bill y...—el demonio vio los ojos de Dipper, podía ver su temor y enojo en su rostro, iba a dar una respuesta, pero repentinamente empezó a convulsionar. Parecía que iba a vomitar y Bill parecía resignado a mostrarle tal atrocidad al muchacho. Dipper se preocupó, pero no ayudaría al enemigo que casi destruye a su familia. El demonio se apoyó contra la pared y  justo en la esquina de esta dejo salir toda esa floresta, Dipper abrió sus ojos de par en par mirando tal escena.

Cuando Bill terminó de vomitar se enderezó y trató de acercarse a su Pino. Este se fue hacia atrás.

—No me toques, mugriento triángulo— dijo amenazadoramente como si soltara veneno en cada una de sus palabras. Bill, mostrando su enfermo rostro, solo desapareció, cuanto más rato se quedaba, más crecía su sufrimiento y peor se volvía la situación.

Hanahaki Disease [BILLDIP]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora