El joven miraba horrorizado la escena, el sobre un espeso charco de sangre, tan roja y oscura como podía y a un poco menos de un metro su aliento casi se corta al ver a quien pertenecia tanta sangre derramada, sus lagrimas nublaron sus ojos y arrodillandose sobre la sangre fría no pudo contener sus lagrimas mientras se acercaba al cuerpo inerte.
Todo ya se había perdido, ya no quedaba esperanza en ese pueblo y al parecer en ningún otro lugar.
Todo por culpa de ese maldito demonio el cual ahora se baña en la sangre de esas personas a las que nunca olvidara.
—¿Por qué?— preguntó removiéndose incómodo en las cadenas con su mirada baja al ser de sonrisa cínica frente a él. Ya había llorado todo lo que pudo, y aunque quisiera, las lágrimas ya no fluían más. Parecía un muñeco desnutrido que lo único que hacía era hablar.
—Inocente y querido Pino, esta siempre fue mi meta, mi deseo más profundo. Al sellar ese trato con tu inepto tío seis dedos fue su propia condena.— terminó soltando una irritante y sonora risa que hacía un notable eco en la gran habitación.
—Pero, por qué yo sigo vivo? Ya no queda nadie, ya no tengo porque luchar, ¿POR QUÉ SIMPLEMENTE NO ME MATAS DE UNA VEZ POR TODAS?— quería que ese sufrimiento que esta viviendo se acabara junto con su vida de forma rápida, este sufrimiento que sentía al verlo, se arrepentía totalmente de no haber aceptado antes al triángulo.
—¿Acaso no lo entiendes? Eres mi trofeo y mi recuerdo de mi único momento de debilidad, el cual no volverá a repetirse, estaba enfermo, daba asco— dijo con obvio desagrado
—¡El amor no es asqueroso, ni una enfermedad!— Gritaba con obvia furia— es algo hermoso, cálido y todos los sienten— diciendo con tristeza recordando a su familia
—Entonces creo estar equivocado, porque YO NO SENTÍ NADA DE ESO, que crees que sentí yo cuando me veías? — estaba furioso, pues ese insignificante tiempo de su dolor lo marcó y lo tachó como debilidad—pero ya no importa, eso ya pasó, pero quiero que veas todo este desastre causado por tu culpa, ya no seré tan amable.
...
Un cuerpo inerte cayó, el último humano vivo, Dipper Pines. No soportó mucho más y se suicido.
Jamás olvidó a su familia, sus amigos ni a sus conocidos. Muriendo sintiendo culpa por todo lo malo pasado, llevando el peso del mundo sobre sus hombros. Sus súplicas, sus lágrimas, ya nada importaba. Ya nadie quedaba, todo estaba perdido y muerto. La calidez de otro cuerpo lo había abandonado hace mucho, la sonrisa de su hermana siempre quedó grabada en su mente, los recuerdos se desvanecían y todos los días se lamentaba. Ni siquiera se declaró a la chica que le gustaba, tantas cosas que se perdió y cosas que nunca pudo hacer.
Las últimas lágrimas que pudo soltar fue disculpándose con su hermana y sus tíos por no ser lo suficientemente fuerte. Ya no soportaba, quería estar con su hermana a la cual más extrañaba.
Se lamentó haber sido horrible con el demonio, se culpó todos los días, todo por ser egoísta, por un sentimiento tan vano como el odio. Todo estaba perdido, todo, cada día tratando de imaginar tener a su hermana cerca para poder al menos alegrarse el día, aunque obviamente nunca surgía efecto.
El actual cuerpo inerte del lamentable chico se encontraba entre esas azules flores que lo llevaron todo a la desgracia. Sus mejillas todavía húmedas por las lágrimas y desnutrido de una forma muy pobre. Sentado contra un sucio muro y las muñecas ensangrentadas.
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Hanahaki Disease [BILLDIP]
FanfictionNo soy muy buena con las descripciones. Como ya deben de saber, los personajes no son míos, si no que de Alex Hirsch. Slash, Bl, Yaoi, como quieran llamarle.