Capítulo Seis - La primera salida. (✔)

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— ¡Elizabeth!

— ¿Qué pasó? —Pregunté preocupada.

—Ya es de noche y tenemos hambre. —Me había quedado dormida en el sofá.

— ¿Y? ¿Por qué no compraron mientras estaba dormida?

— ¡Somos tus invitados! —Se quejó María. —Y eso tienes que hacerlo tú, así como yo lo hice la última vez.

— ¡Tú sí jodes marica! —Me quejé el doble. —Ya hago esa mierda. —Caminé hasta el pasillo y marqué en el teléfono, sonó tres veces hasta que contestaron.

—Buenas noches somos...

—Un domicilio por favor. —Tenía prisa.

—Claro ¿Qué desea?

—Dos pizzas familiares, una mitad con piña, la otra mitad con queso y jamón, la otra mitad con champiñón y la última con Dorito.

—Esta... bien... claro. —Espero que esté anotando. —Bien, ¿piensa pagar en efectivo o con tarjeta?

—Efectivo. —La tarjeta era sólo para casos de emergencia. — ¿Cuánto tiempo se demoran?

—Una hora.

— ¿Quééééé? —Grité — ¿Por qué tanto?

—Porque son dos pizzas familiares y siempre se demoran.

—Está bien. —Le di datos y colgué. Los demás estaban en el sofá viendo televisión, subí sigilosamente las escaleras y busqué en mi armario un poco de dinero. —Tengo que distraerlos mientras llegan las pizzas. —Tenía una caja escondida en mi armario, mis ahorros de un año y los usaría para esta ocasión, guardé un poco del dinero en el bolsillo y salí por la parte trasera de la casa. —Bien ahora a correr. —El supermercado más cercano quedaba a cinco calles abajo y tenía que correr lo más rápido posible. Solo iba por la segunda calle y al lado mío había un carro conduciendo a la misma velocidad en la que corría. La ventana bajó y era Danny.

—Hola vecina ¿A dónde va con tanta prisa?

—Ho-hola. —No tenía aliento.

— ¿Quiere que la lleve? —Dónde tú quieras papi, pensé.

—Sí, voy al súper... el que queda a unas cuadras... el de aquí mismito. —Poco a poco se normalizaba mi respiración.

—Con gusto te llevo. —Abrió la puerta del copiloto del carro.

—Gracias. —Subí y me puse el cinturón de seguridad.

— ¿Y qué piensa comprar? —Preguntó curioso.

—Compraré unas cervezas.

—Interesante, ¿Hará una fiesta?

—Pues... —No era una fiesta como tal. —Llegó el combo y vamos a festejar el encuentro.

— ¿El combo?

—Tú sabes, tus amigos y amigas, los que llevan años juntos en las buenas y en las malas. —Aclaré. —En las buenas cervezas, en los malos guayabo.

— ¿Gua qué?

—Guayabo, tu sabes.

—La verdad no sé. —Llegamos al estacionamiento.

—Bueno, gracias Danny. —Me quité el cinturón.

— ¿No quieres que te acompañe? —Hasta una metidita si quieres, pensé.

—Claro, me ayudas con las cervezas. —Ojalá yo te ayudara con tu paquete papi, volví a desearlo.

—Claro. —Caminamos hasta entrar al súper y fuimos directo al estante de alcohol.

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