Capítulo Once - Noche compartida. (✔)

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Me quedé tendida en el piso de la entrada, no podía levantarme, la cabeza me daba vueltas. Deimer entró a la casa, después de un tiempo llegó con un vaso burbujeante.

— ¿Qué traes ahí? —Pregunté

—Es para que no te dé resaca. —Se sentó a mi lado. —Bonfiest. —Me levantó la cabeza y tomé un poco del vaso.

Seguí tirada en el piso. — La verdad es que no me quiero ir a dormir, quiero seguir con ustedes. —No había pasado ni media hora y ya estoy cogía'.

—Pero no puedes seguir tomando, y pasó más de media hora.

—No tomaré, pero déjame seguir divirtiéndome.

—Estaré pendiente de ti, pero no vas tomar más nada. —Deimer estaba serio. —Si quieres comer, con gusto te traigo más pizza, pero no más alcohol, ¿Entendido?

—Sí. —Acepté triste. —Y disculpa, sé que no es la primera vez que te ha tocado lidiar conmigo estando borracha. —Hablaba con sinceridad. —Y la verdad, espero no sea la última. —Le sonreí burlona.

En cambio, él estaba serio, no le gustó mi comentario. —Algo me dice que solo será otra borrachera más que me toque soportar de ti. —Confesó resignado.

—Ese es mi chico. —Me burlé.

—Tú chico. —Dijo

—Disculpa. —La situación se estaba volviendo un poco incomoda. —De cariño.

—Lo sé, de amigos. —Dijo en tono cortante.

Amigos, con un pasado amoroso y pervertido, quise decirle, pero no me atreví. — ¿Aún están tomando? —Cambié de tema

—Tú puedes estar ya borracha que ellos no, apenas empezó la noche. —Me ayudó a sentarme en el piso de la entrada. —Ya vengo traeré más pizza para que no te sientas mal.

— ¿Tú crees que la grasa de la pizza cortará el alcohol? —Pregunté estúpidamente.

—No, pero ten en cuenta que pizza y alcohol es una muy buen combinación. —Rió mientras tomaba un trago de cerveza.

—Sabes que prefiero la hamburguesa. —Le recordé.

—Sí, pero fuiste tú la que compro la pizza. —Picó un ojo y entro a la casa.

— ¡ODIO LA PIZZA! —Grité para que me escuchará, y sin darme cuenta se había dibujado una sonrisa en mi rostro.

— ¿Cómo es posible que odies la pizza? —La voz me tomó por sorpresa, era Danny. Se me quedó viéndome sentada en el suelo.

— ¿Qué te puedo decir? —Si llegase a salir Deimer la situación se pondría incomoda. —No me gusta en realidad, prefiero la hamburguesa. —Dije la verdad.

—Pero si la pizza es muy rica, la hamburguesa solo es una pieza de pan y carme. —Dijo mientras reía.

¡Por favor ahora no! ¡Vete! Pensé. —No te lo discuto pero para gustos hay colores.

Sin darme cuenta se sentó a mi lado. — ¿Qué haces tirada en la entrada de tu casa? —Preguntó — ¿No se supone que tienes una fiesta?

—Es difícil de explicar. — ¡Quería que la conversación se acabara ya!

—La verdad no tengo nada que hacer, acabo de terminar de hacer ejercicios y tengo toda la noche. —Eso explicaba por qué se encontraba en sudadera y sin camisa ¡Pero miren esa barra de chocolate brillante por el sudor!

—Estoy tomada y me caí, estoy esperando que se me pase el efecto para poder levantarme y seguir la fiesta.

—Y crees que con reposarte unos minutos se te pasará el mareo.

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