Capítulo Siete - Tarde para el desayuno. (✔)

156 38 2
                                    

— ¡Oyeeeeeeeeee! —Escuché gritar a lo lejos.

— ¡Aaaaaaaaaaaaa! —Grité, no sabía lo que pasaba.

— ¡Tu perro no deja de ladrar! —Era María.

—Sólo sácalo, quiere cagar o dale comida, yo que sé. —Dije medio dormida.

— ¡Son las siete de la mañana estúpida! —Gritó.

— Ya no aguanta, se está meando, sólo sácalo.

— ¡Pero es tu maldito zarnata! ¡Saca tú a tú chandoso!

—Ya me acostumbré a que labre, así que tú verás. —Me volví a acostar.

— ¡Malparidaaaaaaaa! —Gritó y salió de mi cuarto. Minutos después ya no escuchaba a Pez ladrar, pero escuchaba a María quejarse. — ¡Apúrate maldito perro! ¡Quiero seguir durmiendo!

—Es increíble que trates así al perro. —Era Deimer. —Es como si no te importara que labre.

—No es que no me importe... —Me hizo sentir mal.

— ¿Entonces? —Preguntó.

—Sal de mi cuarto, no tengo una pijama puesta... —Me encargaría del perro.

—Yo ya te he visto desnuda. —Insinuó. —Pero por respeto, saldré. —Era cierto. Me di un baño de policía, me cambié y me encargué del perro.

— ¿Y eso que te harás cargo de tu hijo zarnata? —María preguntó dudosa y sorprendida.

—Vete a dormir. —Entró a la casa. Limpié la caquita sonriente que dejó y entramos a la casa, me cambié de ropa y empezamos a correr, quería hacer un poco de ejercicio para despertarme. Paseamos un rato por el parque, le compré agua a Pez y siguió corriendo con otros perros yo me acosté en el césped un rato.

— ¿Disculpe señorita? —Escuché.

— ¿Qué... Qué pasó? —Me había quedado dormida.

—Este es un parque para perros, no para personas de la calle. — ¡¿Pero qué mierda me estaba diciendo?!

— ¿Disculpa? —Pregunté.

—Lleva horas durmiendo en el césped...—No lo dejé terminar.

— ¿Y eso que tiene que ver? —Estaba a punto de sacar la marimacho que llevaba dentro.

—Dis... disculpe, no quería ofenderla... —Tenía nervios. —Pero no está permitido dormir en el parque.

—Sólo fueron unos minutos, pero ya me levantaré y me iré. —Cambié de opinión al no ver al perro. Recorrí todo el parque buscándolo pero no lo encontré. — ¿Dónde estará ese estúpido perro? —Ya me estaba preocupando.

— ¿Buscabas a tu perro? —Volteé y era Danny con Pez.

—Sí, ¿Dónde estaba? —Pregunté preocupada.

—Pues... estaba muy cariñoso con una... perra. —Se sonrojó.

—Quien te veeeee, un golpecito chararero. —Le insinué al perro.

— ¿Golpecito chacarero? —Preguntó Danny.

—Tú sabes en la posición perito, las chacaras o huevos golpean con los labios vaginales... —No seguí explicando, Danny se encontraba rojo cómo un tomate. —Bueno, lo demás lo sabe todo el mundo.

—Sí, supongo.

—En fin, ¿Haciendo ejercicio? —Pregunté.

—No, estaba cerca y vi a tu perro, al principio no creí que fuera Pez, hasta que lo llamé, creo que lo espanté.

OMG! Mi Blog Sexual©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora