REFUTANDO A AMARNA MILLER:Filosofía Para la Felicidad y el Goce Sexual.

CONCLUSIÓN FINAL

CONCLUSIÓN FINAL

Benévola lectora, ó lector: en este libro has aprendido que no existe verdadero deleite y placer si de por medio existe caos o perturbación en nuestra mente (Tesis de Epicuro). Ese caos se llama en griego Taraxía o perturbación, y su opuesto es la felicidad o La Ausencia de perturbación llamada A­-taraxia. Hemos aprendido que la pornografía industrial es un mecanismo hecho para introducir [y reforzar el] caos en la mente humana uniendo la perturbación del ánimo con la experiencia de la alegría del placer sexual. Hemos aprendido que el goce sexual libre de perturbaciones es la gran fuerza psíquica que puede provocar la reconciliación (eintracht) entre los seres humanos, pero que esta fuerza está presa, reprimida, incapaz de actuar porque no se ha liberado la lógica caótica predicada por la industria de la pornografía que nos fabrica El Ejemplo sexual que todos deben obedecer. Una industria nacida de la misma lógica con que la religión judía piensa al sexo: asociándolo al odio, el dolor y la tristeza. Siendo que el caos mental (Taraxia o perturbación) reprime el verdadero placer y por consiguiente impide la felicidad entonces el porno industrial, al introducir caos en la mente humana impide la felicidad. Debido a que hemos demostrado que todo lo que impide la felicidad y la ausencia de perturbaciones al ser humano tiene como consecuencia hacer del planeta un sitio más contaminado, y a la sociedad un sitio más injusto y cruel, porque el ser humano sencillamente no puede evitar ser destructivo cuando se le niega la felicidad y la ausencia de perturbaciones, entonces la pornografía (al introducir perturbación en la mente humana) es uno de los principales responsables de la desigualdad, la pobreza, la contaminación de la naturaleza y el maltrato animal. . De ahí hemos concluido necesariamente que su misión verdadera no es el entretenimiento erótico sino el introducir perturbación en la mente humana al asociar el caos con el placer sexual. Hemos aprendido que debido a eso la pornografía industrial es el más autoritario mecanismo de represión del placer sexual que ha sido ideado por el judío-cristianismo y que es un asociado del cristianismo. Hemos aprendido que si llevamos el placer verdadero de carne y hueso a la gente por medio de la pacificación del acceso al goce sexual entonces se generará una mejor sociedad. Hemos sugerido que este consejo debería aplicarse por medio de comunidades pequeñas, unidas por lazos de sangre, culturales o de otro tipo, urbanas o rurales, que se las arreglen con ingenio y saberes prácticos para ser alimentariamente autosuficientes, sin hacer escándalos ni protestas, siempre manteniendo un bajo perfil, como lo hacía el Jardín de Epicuro, manteniéndose lejos de problemas judiciales, para que se alejen silenciosamente pero con mucha seguridad (del mainstream) de la sociedad global, sin renunciar jamás a lo que sea prudente conservar—en especial seis saberes: la Farmacéutica y Medicina primordiales (penicilina., etc.), Agricultura y Alimentos, Filosofía, Mecánicas y Electrónicas básicas, los saberes primordiales de Autodefensa básica y las Matemáticas aplicadas a fines prácticos—. Y que practiquen con esos saberes simplificados una vida feliz y serena enfocada en el goce del placer sexual del cuerpo y la serenidad de la mente. Si ese modelo se multiplica a lo largo de generaciones se habrá desmantelado la civilización occidental con todo su horror innecesario, su obsesión por el trabajo embrutecedor, y su vana búsqueda del fetiche del progreso y la trascendencia. Se trata simplemente de un consejo venido de la Filosofía Antigua y del Pensamiento Indígena, que dejamos al criterio de la benévola lectora y del amable lector de las venideras generaciones que se van a sentir atrapadas en el espejismo del progreso. Recomendamos ir directamente a los filósofos que ya hemos mencionado tanto y empaparse de sus obras.

Para entender estas conclusiones principales aconsejamos leer de nuevo la página número tres —después de la dedicatoria—, donde hemos demostrado la tesis central de este libro por medio de unas simples deducciones lógicas.