Día 4

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Día 4: Escribir sobre un sueño

Suelo tener sueños muy extraños, desde quedarme atrapada en asensores en edificios con infinidad de pisos, no encontrar la salida de un determinado lugar hasta interactuar con personas que nunca conocí. Pero hay uno en particular, ocurrió hace años atrás y aún sigo pensando que fue un lindo sueño.

Cuando tenía catorce años había un chico mayor que me encantaba. Sabía, a través del arte de stalkear y las redes sociales, algo de sus gustos personales.

Soñé que me veía en el futuro. Estaba mi yo adolescente viendo directamente a mi yo adulto. Mi casa era pequeña pero muy acogedora: recuerdo que las paredes eran blancas y el piso del mismo color, había una cocina moderna que hacía juego pero el living destacaba porque tenía un color gris azulado con sillones elegantes y en medio una mesa ratona de vidrio. Frente mío yo estaba sentada, lo particular es que llevaba un suelto vestido blanco que resplandecía. Cuando me ví sentí paz y tranquilidad, parecía que estaba frente a un ángel o algún ser espiritual. Recuerdo claramente la sensación reconfortante que experimenté.

Mi yo del futuro estaba embarazada -parecía que estaba en las últimas etapas-. En ningún momento nos observamos puesto que acariciaba mi vientre, pero sí sentí lo feliz que estaba. De pronto alguien se interpuso en mi camino, un hombre se puso de cuclillas  mientras sostenía una cámara de fotos -en esa época era muy común usarlas porque recién empezaban a surgir los celulares de última generación-. También percibí que él estaba feliz. Al principio no sabía de quién se trataba pero llevaba un uniforme militar característico de mi país.

Una vez que tomó las fotos el sujeto se incorporó y se dirigió hacia un pequeño patio que había. Era de día, la luz del sol invadía el interior de la casa gracias a la mampara; no presté atención al exterior porque él se detuvo mirando hacia la mujer embarazada dejando que la luz revele su identidad. Ahí estaba el chico que me gustaba, con sus hermosas facciones y su oscura mata de pelo. Cuando me percaté quedé estupefacta y hasta un poco horrorizada. Que él estaba vestido con un uniforme militar es porque sabía que le interesaban esas cosas.

En el living también había un pequeño escritorio con una computadora; al acercarme vi que era de él y, como fondo de pantalla, tenía una foto mía. Ese hecho en particular me hizo muy feliz. Ninguno se percató de mi presencia, era como si fuera un fantasma solitario.

Es un lindo sueño porque por una vez no tuve miedo, no lloré o estaba intranquila. Me sentí en paz, como si nada malo sucedería, que todo estaría bien. Me sentí feliz al verlos juntos y rebosar de amor puro y correspondido. No importa si tuve este sueño porque me encantaba éste muchacho, lo que jamás olvidaré es verme a mí misma y el resplandor que nacía.

30 Lágrimas de TintaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora