Inmediatamente marche en dirección, del lugar que, tenía muchas posibilidades de convertirse en mi alquiler, en segundos sin darme cuenta ya me ubicaba admirando la fachada del sitio.
Uff.¡Que gran caminata!.
El edificio era muy alto y arquitectónico, subí las escaleras que daban a la puerta principal y con el viejo truco de —toca todos los botones que siempre hay alguien esperando— en menos de un minuto estaba en el recepción fascinada por la decoración exterior.
El recibidor era amplio,moderno y acogedor, a la izquierda se situaban las escaleras grisáceas de los departamentos, al frente de mi estaba dispuesto el ascensor muy inmenso, que daba la impresión que todo estaba compuesto por espejos reflejándose en ellos la gran claridad, junto al ascensor se encontraban unos pequeños muebles blancos en forma de O encima de una alfombra roja, en el centro se hallaba la mesita transparente, al fondo en la derecha se notaba el puesto de trabajo del algún recepcionista,era un escritorio grande y de color negro dándole carácter al lugar.
Saque del bolsillo trasero de mi pantalón retro, que destacaba mi silueta mejor que nadie, el folleto con la información del departamento, que había arrancado de poste, y rastree el piso del apartamento conduciendome al ascensor.
Una vez arriba, me desplaze a las diferentes secciones del pasillo en busca del susodicho alojamiento, el pasillo no era muy angosto, este poseia, dos divisiones en ellas se encontraban cuatro viviendas rodeada unas de otras.
Al parecer todo aquí está iluminado.
Gire para observar cual era el rumbo que debía tomar, pero al no dar resultados, me fui por la derecha siguiendo el olor a chocolate, y bingo era en esa dirección— siempre sigue el olor de la victoria—, corrobore el papel que tenia en mis manos frente a la puerta. Estaba apunto de tocar, cuando una señora abrió la puerta que se encontraba detrás de mi haciendo que volteara a verla.
—Hola. —saludo la señora amablemente pero con nerviosismo en su sonrisa.
—¿Hola?— le devolví el saludo dudosa con una risita nerviosa.
—¿Que se supone que haces muchacha?—recrimino,colocandose roja como un tomate,la mire observando la puerta que estaba apunto de tocar.—¿Quieres acabar con tu vida, tan rápido?—pregunto con voz temblorosa.
¡Cuanto drama!.
—Disculpe, no se de que habla.
—¿Eres nueva por aqui?— curioseo y yo asenti.— Pasa muchacha, pasa —insistió abriendome la puerta de su a domicilio.
¿Qué está pasando?
Mi curiosidad por saber fue mas grande que mi desconfianza por la señora— rubia oxigenada— e irrumpí en su vivienda extra colorida.
—Seré rápida, contigo muchacha, no vayas a la casa de ese enfermo mental.— apenas cerró la puerta detrás de mi y soltó sin mas.
—Disculpe, señora...— realice una breve pausa para que me dijera su nombre.
— Poker, Louisa.
—No entiendo nada de lo que me está diciendo señora Louisa.
¿Por qué no debería tocar esa puerta?,¿tan peligroso seria?
—Escucha con atención, muchacha. Ese hombre detrás de esa puerta—declaró puntando a su puerta —es un maníaco, es el mismo infierno.—destacó con temblor en su voz.
¡Sigo sin entender , esta señora es un misterio!.
—¿Por qué?— fisgonee con excesiva curiosidad alzando una de mi pobladas cejas .
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Harriet and Jensen .©
Ficção AdolescenteNo sentir es el verdadero infierno para Jensen mientras que para Harriet es el cielo. Para ella, expresar lo que siente la hace libre. Para el, no poder expresarlo lo convierte en prisionero. Ella, sabe lo que siente. El, aprende a descifrarlo. El...