Carta no. 3

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Se me hace difícil el no enviarte un solo mensaje, ya han pasado aproximadamente dos días. ¡Dios! ¿Tan mal estoy que ya ni siquiera puedo pasar sin pensar en ti? Definitivamente estoy muy mal. Durante toda mi hora del almuerzo llegué a considerar pedirte que olvidaras todo lo referente a mis sentimientos hacia ti, y no porque ya me haya olvidado de ti... sino para que al menos todo vuelva a ser como antes, sin importar si nuevamente volvía a ser tu "hermanita". Laura, mi mejor amiga se asombró verme tan absorta en mis pensamientos, pero sabía que solo en ese momento tendría la oportunidad de meditarlo sin ningún tipo de distracción o problema.

Finalmente me decidí lo que debería de hacer la próxima vez que te tuviese frente a mí; primero que nada aprovecharía en darte un abrazo como ningún otro dado anteriormente, ya que sabría que desde el momento en que pronunciase esas palabras, me auto-obligaría a matar mis propios sentimientos. Sonreiré aunque por dentro me esté quebrando pedazo a pedazo.

Jamás estaremos juntos, eso lo tengo muy presente.

La última vez que hablamos recuerdo que te mencioné que justo hoy comenzaría mi último año de la universidad y lo atemorizada que estaba; como tú ya terminaste solo te limitaste a decirme que no tuviese miedo, que cuando menos me lo espere ya estaría en mi graduación — además de que era una miedosa según tú — debo admitir que me sorprendí bastante ver ese mensaje de voz enviado por ti, en el cual me deseabas lo mejor y que tratara de no sobre-esforzarme por mi salud. En ciertas ocasiones te odio gran idiota, por esos detalles que aunque para ti no signifiquen nada, para mí lo son todo.

Fue inevitable para mí, pasar el resto del día sonriendo como una tonta, muchos de mis compañeros del trabajo y de la universidad creyeron que me emocionaba por empezar nuevamente las clases, realmente lo único de ello que me alegra es que pronto seré una licenciada titulada; pero nada que le llegue a mi alegría por ti.

Aún tengo mucho por agradecerte Alex.

Luego de tantas noches meditándolo, por fin llegué a una conclusión; me reuniré contigo y hablaré fuerte y claro, dejando muy explicito. Volvamos a ser como éramos justo antes de toda esta calamidad. Quiero poder reir junto a tí sin tener que pensar que en lugar de divertirte conmigo, solo te sientes incómodo. Usualmente cada vez que llego a visitarte, tú siempre me dejas a disposición cualquier día... ¡Dios! En ocasiones como te odio por ser tan amable conmigo. Decidí verte este próximo sábado, justo luego de mis clases de violin... (irónico), y era de esperarse que aceptaras.

He de admitir que aunque voy solo para asesinar mis inútiles sentimientos, me emociona demasiado el saber que podré verte; ya que muy probablemente deba tomarme un buen tiempo sin saber de tí para poder poner en orden mis ideas y mis sentimientos. El tiempo lo cura todo, según me relataba mi padre desde que era una niñita, incluso cura las heridas del corazón.

Con una confusa esperanza en mi interior, te escribo desde mi cama, nuevamente con una lágrima rebelde recorriendo mi mejilla.

AlexanderDonde viven las historias. Descúbrelo ahora