Carta a Idalia -parte final-

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Imagino que te estarás preguntando sobre qué pasó con lo más relevante de toda esta historia, pues en estos 5 años no tuve contacto alguno con Alexander; y creo que hubiese pasado mucho más tiempo sin saber sobre él de no ser por este viaje que realicé. Y sí, me encontré con él mientras bajaba mis maletas del taxi y mi familia nos recibía. Fue extraño debido a que no esperaba que precisamente ese día fuesen a visitar a su abuela, su hermano y él. Admito que se veía muy atractivo y parece que los años habían tenido un breve recorrido sobre él, ahora era unos centímetros más alto que yo y tenía diversos tatuajes.

Al cruzar miradas, me limité a sonreírle y avanzar hacia mi familia que nos esperaba con ansias a ambas.

Fue la primera vez que no sentí el deseo de salir corriendo a abrazarlo con todas mis fuerzas, y para serte sincera se sintió bastante agradable aunque sabía que esta sensación iba mezclada con cierta tristeza aún retenida de mi pasado, pero nada que lograra cambiar ya mi perspectiva de vida; le guardé un enorme amor a ese hombre pero también había decidido salir adelante, hacer que mi tiempo detenido comenzara a avanzar y lo logré. Había superado a Alexander. Me sentí tan orgullosa de mi misma que incluso imagino que tú también debes sentirte igual.

Pero sabes, eso no acabó ahí.

Como la ciudad había cambiado más de lo que yo misma me imaginaba, decidí visitar uno de los parques que al parecer la alcaldía se había encargado de mantener e incluso mejorar, ahora habían más árboles que brindaban sombra por todos lados, los juegos de los niños estaban en mejores condiciones a los de hace 5 años... sin dudas todo iba para mejor allá. Quería relajarme así que opté por quedarme sentada en una de las tantas banquetas cerca del centro del parque; me quedé viendo a la nada y con la mente completamente en blanco hasta que una voz muy familiar me devolvió a la realidad... era él, Alexander.

Nuevamente le sonreí y lo invité a que se sentara a mi lado, ya no me temblaban las manos ni la voz, ya no había ese deseo de abrazarlo o incluso aquel anhelo de besarlo (aunque realmente nunca logré hacerlo, y para mejor) ya todo era tranquilidad y seguridad. Supe que hace 5 años te marchaste, ¿por qué no dijiste ni adiós?, fue lo que él me dijo sin verme, al igual que yo estaba mirando al vacío; no quería decirle mi motivo verdadero por lo que mejor le conté sobre mis planes académicos y laborales aquí en España... creo que no me creyó pero trató de cambiar el tema de manera sutil.

Comenzamos mejor a hablar de lo que nos había pasado en 5 años, de ahí fue donde me enteré que pasado un año de mi partida él había comenzado una relación con una chica llamada Miranda pero que hacía unos meses habían roto por diversos problemas, como habrás de imaginarte no me dijo los detalles y mejor así, era algo que no me convenía por lo que no insistí en que me contase de todos modos; había logrado culminar su carrera y estaba trabajando en un pequeño laboratorio que habían creado él y otros 3 amigos más, y que hasta el momento les había ido bastante bien. También su familia ha prosperado bastante y digamos que se nota a leguas que su hermano ya es todo un joven.

De mi vida solo me limité a contarle sobre mis estudios y mis pequeños trabajo que al final me habían dado bastante felicidad, obviamente omití el hecho de que comencé a escribir; no porque me diese vergüenza sino que simplemente lo miré algo innecesario de comentar. Me sorprendió que me preguntase ¿Qué tal la vida en el amor? Admito que me dio algo de risa pero al final le dije la verdad, no había empezado ninguna relación en el tiempo que había estado aquí primeramente, tenía demasiadas cosas en mente que ese aspecto de mi vida dejó de ser algo relevante. Solo quería encontrar mi felicidad y nada más. Quizás estoy destinada a ser una mujer soltera, fue lo único que dije al final.

Como ya venía siendo hora de volver a mi casa, me despedí de él con un corto abrazo y me enrumbé a mi antiguo hogar.

Durante la semana y media que Sandra y yo estuvimos allá, logré verlo unas 5 o 6 veces, tiempos muy cortos sí, principalmente porque venían a visitar a su abuela, no a mí. Y finalmente el día de nuestra partida a nuestras vidas agitadas acá, no lo vi. Llegué incluso a despedirme de doña Lucía (su abuela) y nos encaminamos a nuestro hogar verdadero.

No niego que en verdad lo amé, sería la mayor mentira de mi vida, lo amé con todo mi corazón y con todas mis fuerzas... creo que no había sentido un sentimiento tan fuerte y tan desgarrador como lo que fue por Alexander, pero, ese era un amor... que no me pertenecía a mí; con mucho esfuerzo y dolor lo aprendí pero creo que esa fue la mejor manera, dado que ya sé cómo es el amar a alguien incondicionalmente. Y realmente lo años me han enseñado que tener a alguien a tu lado a veces es el menor de tus preocupaciones cuando tienes tantos planes y tantas metas por cumplir; obviamente a veces sentimos ese anhelo de tener a alguien a nuestro lado que nos diga cada día que nos ama, pero eso es algo pasajero.

Ya llegará el día que conozca a la persona indicada, yo lo sé; y si no es así, esta bien... no hay problema con ello. El problema sería que por miedo a estar sola acepte a cualquiera que me haga sentir la soledad al lado de una persona.

Por el momento, me basta y me sobra mi propia compañía.

Y mi amor por Alexander quedará muy bien guardado en el baúl de mi corazón, junto a mis bellos recuerdos de momentos con él.

Sin más que añadirte amiga mía, me despido esperando tu pronta respuesta, sé feliz junto a tu amada familia.

Te quiere, Rita.

FIN

AlexanderDonde viven las historias. Descúbrelo ahora