No me confundas más

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Poco a poco abrí los ojos sin poder evitar sentir como los rayos del sol los dañaban. Estiré mi cuerpo con pereza sintiendo algo de frío, así que acurruqué mis ojos y fijé la mirada en mi ropa. Rápidamente quité las sábanas que envolvían mi cuerpo y me levanté sintiendo un ligero mareo.

¿Por qué llevaba la camisa azul de Goku y no llevaba pantalones?

Sin pensarlo me la quité y antes de dejarla sobre la cama la acerqué a mi nariz, aspirando todo el aroma de mi marido.

Después de llamarme loca me adentré en el armario y saqué una brusa y unos pantalones cortos, los acomodé en mi cuerpo y cerré la puerta del armario, aún algo confusa.

Mi mirada se paró sobre la cama, pero...¿Dónde está Goku?

Me volví a subir a la cama en busca de mi marido, sintiéndome como una marinera buscando una costa desesperadamente, y lo encontré aún durmiendo en una esquina y apoyado en la pared con los brazos cruzados.

Me acerqué a él y no pude evitar fijarme en como su pecho desnudo subía y bajaba lentamente. Mi mirada subió hasta su rostro que se mostraba completamente neutro y sereno. Su pelo estaba revuelto y le caía un mechón sobre la frente. No sé cómo lo hace, pero siempre está guapo.

Paseé mis dedos por su mejilla hasta su cuello sin poder evitarlo  y enfoqué mi mirada en el pudiendo notar una marca, una marca que solo yo había podido hacer, pero...¿Cuándo?

Me levanté de un salto con las mejillas completamente encendidas y choqué contra la cama volviendo a caer a sus pies y creando un fuerte sonido al caer de culo contra el piso de madera.
El despertó bruscamente por el susto con los ojos muy abiertos y recorriendo la habitación demasiado rápido, como si le temiera a algo.

Al ponerse su mirada sobre mi cuerpo reaccionó y noté como palideció a la vez que en sus ojos salía una chispa de alivio.

—¿Cómo te sientes?—Levanté una ceja algo confusa por su pregunta.
—¿Cómo debería sentirme?—El me miró algo extraño y por un minuto pensé en que había metido la pata, porque, es Goku y las preguntas difíciles no son lo suyo.
—Bien, supongo....—Se levantó y me tendió una mano a lo que yo la acepté con gusto. Me miraba con nerviosismo y al levantarme me trató como si se tratara de un frágil objeto al que temes que se rompa.
En cierto modo me pareció tierno, pero en otro me frustró un poco por qué esa mañana me sentía de todo menos frágil.

Ladeé la cabeza y examiné su torso desnudo y tonificado volviendo a mi mente lo de la camisa y su marca.
—¿Qué paso ayer? ¿Por qué tenía yo tu camisa? Y ¿Que es esa marca?—El frunció su ceño
—¿Marca? ¿Que mar....?—De repente enrojeció y se tocó el cuello desviando la mirada por encima de mi cabeza, así que, cansada, lo tomé por los mofletes y acerqué su cara bruscamente a la mía.

Titubeó entre mis manos y fijó su mirada completamente sorprendida sobre mis ojos quedándose estático por unos segundos, pero no tardó en tomar mis hombros y intentar alejarse de mi, pero por alguna extraña razón mi agarre era muy fuerte.
—Contesta—Volvió a titubear y sus ojos adoptaron la mirada de un cachorro, pero yo acerqué más mi cara siendo muy, muy consciente lo incómodo que se siente cuando hago eso.

—Ayer... T-tu—Su voz sonaba temblorosa. Yo enrojeci de inmediato—¡N-no! ¡Déjame acabar!—dijo poniendo sus manos enfrente de mi, alejándome un poco. Carraspeó—no pasó nada—incómoda suspiré. Lo volví a mirar por última vez y me dirigí a la puerta.
—N-nos vemos abajo—la cerré con tanta rapidez que no le di tiempo a contestar. ¿Pero que le había hecho? ¿Por qué no lo podía recordar? Supongo que todo fue causado por esa sustancia extraña que me inyectó Bulma. Pero lo mejor será hacer como si no hubiera pasado nada...

Simples palabras «Gochi» [Editando]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora