04.

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La hora del almuerzo para mí era demasiado aburrida si Hoseok no estaba, pues siempre tenía que contar cualquier estupidez sin embargo en ésta ocasión mi querido amigo decidió desayunar con otros chicos que conocía.

Y sí aún está enojado.

Pero si la exposición no estuvo tan mal que digamos, es más la cartulina fue una obra maestra y eso que lo hice rápido, pero ni tan siquiera eso le bastó para perdonarme.

Suspiré frustrado, movía los palillos de un lado a otro mientras observaba a los alumnos pasar de aquí para allá en la cafetería y creo que la única mesa que está vacía es la mía, nadie se sienta a mi lado debido a que no hago amigos, los de mi grupo me catalogan cómo el raro gruñón del salón.

Bueno, igual ni comparto la mesa pues yo la vi primero.

De repente una charola de comida se hace presente en mi mesa, el sonido al arrojarla a ésta fue lo que más llamó mi atención ¿Quién rayos tiraría su comida así?

Es más ¿Quién carajos se sentó en mi mesa?

—No comparto mesa.

Le advertí de una buena vez a la persona que estaba ya sentándose enfrente de mí, llevaba un suéter amarillo chillón  y le cubría el rostro la capucha, apostaría que era talla grande aquel suéter.

—No pedí tu opinión.

Respondió de la misma forma, pues lo que no me esperaba es que fuera una voz femenina aunque igual no me sorprendió ya que existen ese tipo de chicas en cualquier instituto.

—Pues igual te lo digo, tú y tu trasero largo de mi mesa.

—¿Tu mesa? ¿Dónde está tu nombre escrito en ella que no lo veo?

—Pues sí que está escrito, sólo que eres lo suficiente tarada cómo para no darte cuenta.

Ella alzó la vista, quitándose la capucha que cubría parte de su rostro tenía una ceja alzada queriendo retarme una vez más pero eso sería imposible.

—¿Más respondón no puedes ser? 

—¿Y tú más necia no puedes ser? Joder te estoy diciendo que ésta es mi mesa y es mía, punto.

Le señalé una parte de aquella mesa blanca donde mi nombre estaba escrito con la punta de un compás afilado, más bien dicho el compás que le robé a un maestro.

—Tú eres demasiado...

Las palabras se perdieron en el aire mientras agarraba su mochila con una mano y con la otra tomaba su bandeja de comida para irse de la mesa, no sin antes enseñarme el dedo de en medio con una cara de pocos amigos.

¡Ja!

Se lo devolví con mis dos dedos de en medio y una sonrisa sarcástica para después soltar una palabrota que, juro que si mi madre me hubiera escuchado decirla, ahí mismo me rompe la boca con cualquier cosa que tuviera en la mano.

Y mientras volvía mi vista a la comida, sentí unos ojos sobre mí demasiado insistentes que hicieron incomodarme al instante así que alcé la mirada para verlo.

—¿Tú qué?

Le respondí de mala gana al chico de cabello azabache que no tenía intenciones de quitar sus ojos sobre mí. Su mirada era seria y había puesto los codos en la mesa como si estuviera analizando cada facción de mi ser.

—¿Por qué no respondiste mi carta?

—Porque...¿Me das igual?

Me encogí de hombros respondiendole de una manera sarcástica, ya que el chico que tengo enfrente de mi era un... poco persistente, bueno un poco más que Hoseok.

Y eso me fastidia.

—Creo que he sido muy claro con respecto a lo que siento por ti— Se quedó un momento en silencio mientras que yo seguía degustando del arroz restandole importancia al tipo— Eres la primera persona que me hace sentir de ése modo, me pones nervioso y ansioso a la vez...

—Jungkook en primer lugar, debes de entender que cuándo una persona no te responde una carta es porque simplemente no le intere...

Me interrumpió en cuánto tomó mis dos manos con mucha fuerza, me lastimaba he de reconocerlo y no me agradaba su tacto.

—No importa, seguiré intentándolo. Me gusta que tu seas ahora mi centro de atención.

Me solté de su agarre rápidamente de una manera brusca para después reprocharle, sin embargo alguien ya se había adelantado.

—Eh Yoon. ¿Por qué te estás comiendo mi desayuno? Tonto lindo...— Me sonrió con cierta maleza y después pasó a una mirada de pocos amigos con el azabache— Ah Jungkook eres tú.

—Hoseok.

Saludó de regreso el azabache haciendo una mueca y después volvió su vista hacia mí.

—Caeras Yoongi, lo harás.

—Tú caeras al suelo por un puñetazo si sigues con tus estupideces.

Le amenacé para después voltear a ver a mi queridísimo amigo Hoseok.

—Ah mira quién se vino a parar, el que se cotiza.

—Es agradable saber que te preocupas por mi yoongie.

Sí, el aprendió a ser sarcástico también pero a él le salía de una manera tan agradable que me irritaba con sólo escucharlo.

—Ah Jungkook viejo, quisiera hablar a solas con Yoongi ya sabes cosas de mejores amigos.

El azabache paseaba su mirada a nosotros dos y después de unos segundos se levantó, no sin antes lanzarme otra de sus miradas asesinas.

—Te veo después Yoon.

Hoseok lo siguió por un instante con la mirada y después de que no escuchara sus pasos tomó mi bandeja de comida.

—Jungkook es irritante a veces.

Soltó de repente mientras se tragaba lo último que quedaba de mi porción de arroz.

—Es un idiota— Gruñí en respuesta observando desde el otro lado de la cafetería a Jungkook platicando gustosamente con sus amigos— Podrá ser el más inteligente de la Facultad pero para el amor es un soberbio arrogante.

—Si te cae mal ¿Entonces por qué lo miras? — Devolví la mirada a Hoseok, su expresión era tranquila aunque su voz demostraba todo lo contrario— ¿Acaso ya te comenzó a interesar?

Solté una carcajada escandalosa y le aplaudi en su cara con mucha honra, Hoseok frunció el ceño.

—Que buen chiste ¿Por qué no te vuelves comediante? Ganarías mucho dinero.

El pelirrojo omitió mi comentario y siguió hablando.

—Te lo advierto Yoon, ése tipo no trae nada bueno consigo ¿Qué tal si es un drogadicto?

—Si te cae mal entonces ¿Por qué lo saludas?

Juraba que desde el cielo me caerían las gafas sweg por mi comentario, hasta ya escuchaba  el Turn Down for what en mi cabeza.

Y lo que sucedió después es que Hoseok me dio una patada brusca en la pierna derecha por debajo de la mesa. Solté un gemido del dolor queriendo retorcerme en el suelo.

—Sólo lo hago por ti.

Sonó el timbre anunciando el final del descanso, oí una risita de parte de mi amigo antes de que abandonara la mesa mientras que yo soltaba maldiciones cuando me intentaba mover.

—¡QUÉ TE JODAN!



F R I E N D S » YoonseokDonde viven las historias. Descúbrelo ahora