05.

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¡Oh es Jueves! Joder que emoción...

Jueves por la mañana había llegado demasiado temprano, sí y por demasiado temprano es que era el único de mi salón que había llegado y estaba inmóvil viendo cómo del asiento que tenía asignado se asomaba una caja mediana con un reluciente moño que claramente decía "chocolates", acompañado de una carta en un sobre negro.

Me acerqué hacia el pupitre y tomé con mi mano libre la caja, analizándola en todos los lados posibles como si quisiera encontrarle algún chiste o algo fuera de lo normal. Después pasé mi mirada a la carta, dejando de lado los chocolates.

No dudé ni un segundo en abrir el sobre, era una hoja de cuaderno arrancada recientemente pero aun así estaba bien doblada. Y antes de que comenzara a leerla, una cara familiar se hizo presente en el aula, asomaba su cabeza por la puerta y es que, parecía que te iba a aniquilar estando en un lugar vacío.

—¿Qué quieres?

Le pregunté guardando la carta rápidamente en el bolsillo de mi pantalón y sin previo aviso una cosa pesada fue a golpear mi brazo derecho, no lo pude esquivar.

—Mamá por fin quiere alimentarte, dice que te hará bien que tengas más carne en los músculos.

—Es porque tú te llevaste la mayor parte, pinche copia.

Se encogió de hombros antes de que se pusiera su capucha y saliera muy digna del aula.

Solté un gruñido y recogí el almuerzo que probablemente venía todo revuelto por culpa de mi molesta hermana, más molesta que un grano en el culo.

Genial ahora tendré licuado cómo alimento.

—Estupendo.

Murmuré sarcásticamente dejando la mochila en la silla para después sentarme tranquilamente y cómo si no hubiera dormido en años cerré los ojos dejándome llevar por el silencio que habitaba en el salón, sin embargo nunca podría tener un día en paz pues alguien entró al aula comiendo quién sabe qué fritura pero el sonido que hacia al sacarlo de aquella bolsa era irritante.

Fruncí el ceño y de poco a poco abrí los ojos para observar con detenimiento a aquella persona tan amable por hacer que perdiera mi cordura.

— ¿Podrías ser un poco consciente y salir a hacer ruido a otra parte? Intento descansar un poco y el sonido de tu bolsa de patatas me enfada.

Giró a verme quitándose la capucha rápidamente, se veía extraño con aquel suéter amarillo que no era nada discreto.

Ah espera ya sé de quién se trata.

—Que te jodan.

Escupió de la nada y siguió agarrando de su bolsa de patatas, volviendo aquel ruido más escandaloso, mis oídos ya no aguantaban aquella tortura. Decidí levantarme a encontrar otro lugar tranquilo, odiaba con todo mí ser ése tipo de personas, pero qué esperaba si yo primero la hice enojar.

Karma le dicen, maldita molestia le diría yo.

—Que te jodan más.

Fue lo último que dije antes de abandonar el salón cerrando de un portazo. Suspiré pesadamente y ahora comencé a decidirme a donde dormir un rato sin que otras personas puedan molestar —Pero por un carajo, si la universidad es enorme ni me aprendo los lugares menos sabré regresar al aula— Decidí mejor despejar mi mente en el patio enorme de la Universidad o tal vez ir por un café me vendría bien, claro si contamos que la cafetería que queda cerca se llena de estudiantes a estas horas y que lo más probable es que llegue un poco atrasado a mi primera clase, entonces no...

F R I E N D S » YoonseokDonde viven las historias. Descúbrelo ahora