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Le había quitado el sonido a mi celular.

Me cubrí con unas mantas y con silencio me sobrepuse unos abrigos que tenia allí cerca. Me hice lo más pequeña que pude y simplemente me quedé quieta.

Sentía sus pisadas, mis brazos se abrazaban a mis piernas fuertemente al mismo tiempo que mis manos apretaban mis pies con el miedo que sentía.

La puerta se abrió y la luz se prendió.

-¡Rose sal ya! ¡Dónde demonios estás! ¡Maldita sea! - pateó el piso y al mismo instante, sentí su presencia más cerca de lo que pensaba - oh... Aquí estás hermosa - las mantas ya no me cubrían, él sonrió - ¡qué divertida! Ven, te voy a enseñar otro juego más divertido, se llama - me tomó fuertemente de las muñecas mientras me levantaba - ata a la puta a la cama -

Me jaló prácticamente hasta tirarme en la cama y luego de eso, simplemente di un pequeño grito de dolor por la soga que me había golpeado en la espalda, él volvió a sonreír y se acercó con aquellas cosas.

Pero, la luz se apagó.

Escuché un corto grito, pero aquello fue todo cuando un aura fría me invadió.

No sabiendo qué hacer, me cubrí con una manta y espere.

Espere.

Unos, tal vez 10 minutos más tarde, unas caricias me invadieron la cabeza, no era James, su mano simplemente era más grande y más fría. Pero era agradable.

-Descuide, ¿cómo se encuentra?- mi cuerpo instintivamente comenzó a temblar por aquella voz - ¿qué quiere de cenar mañana? ¿Quiére qué le haga un desayuno? O tal vez ¿querrá almuerzo? Es que... Bueno, trabaja mucho, le consume demasiado tiempo, desde las 6 de la mañana hasta las 2 de la tarde, instituto - suspiró - y lo peor, mesera desde las 3 hasta las 7 de la tarde, es muy agotador, además debe estudiar tan tarde, si yo fuese su mayordomo, le dejaría estudiar donde quisiera, todo estaría para usted en bandeja de plata, ¿qué ya no quiere estudiar medicina? No hay problema, le pagaré su universidad, ¿qué era?  - Tragué en seco - ¿Le ha gustado la cena?

-¿Quién eres? ¿D-dónde está James? Y... ¿Ma-mayordomo? - no veía nada, simplemente todo estaba negro, muy oscuro.

-Exactamente, como le he dicho por... Chat - lo dijo algo dudoso- lo lamento, es que no estoy acostumbrado a éstos tiempos, de igual manera, por favor - sus caricias no parecían parar, y mis párpados estaban cada vez más pesados- Descuide, relájese, soy un demonio, y quiero obtener su alma de esa manera - mis ojos se abrieron enormemente y mi cuerpo fue inconscientemente hacia atrás, sentandome y retrocediendo hasta toparme con la pared, pero luego de un silencio en el cual mi sangre se helaba lentamente, sentí como una sensación de que una mano me cubría la boca y un brazo me sujetaba ambos brazos, pero era diferente, podía moverme, mas no sabía cómo describir aquel sentimiento, como si fuera una muy tierna tela, la cual te acariciaba.
Cuando... Me apretó contra lo que parecía su pecho. Sencillamente mi cuerpo parecía estar sentado sobre unas piernas y ya no podía mover mis brazos, y dónde estaba recostada era más suave, mi boca se sentía oprimida.

-sabía que...- en ese momento, sentí aquel cuerpo por completo, me abrazaba y sus labios estaban cerca de mi oído, me susurraba con un leve tono - sabía que, ¿pensé que se lo tomaría peor? Relájese, la noto tensa y - sentí un corte poco profundo en mi hombro, lancé un grito ya que el dolor aún era bastante. Pero no pude escucharme, y la suave tela que me oprimía, amenazaba con ser sólo un simple guante.

La boca de aquel individuo, chupó aquella zona, logrando que soltase una lágrima.

-su alma es tan tentadora, es deliciosa, de sólo probarla mi piel se eriza - me abrazó con más fuerza - sé que ahora está asustada, por lo que hoy no me mostraré ante usted, pero sí en unos días. Cuando me vaya, preferiría que me hablase antes de caer dormida ¿lo promete?- mi respiración se me fue unos segundos por el beso en mi mejilla, su mano bajó hasta mi cuello y me lo acarició tiernamente- espero su respuesta -

-S-sí, ve-vete -

-diga por favor, seré un mayordomo pero la tendré educada - lo sentí sonreír.

-p-por favor, vete, s-solo... -

Toda aquella presión disminuyó en un segundo y las luces se prendieron.

Además de la pequeña luz tenue de un mensaje en mi celular.

texting - Sebastian Michaelis Donde viven las historias. Descúbrelo ahora