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Luego de hacer tal cosa, quise comprobar si algo había ocurrido con mis cosas mientras él había entrado. Pero algo parecido a una calidez me invadió y simplemente caí dormida.

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Me desperté mejor, hoy era viernes, me levanté rápidamente y corrí hacia la ducha tomando mi celular.

Vi la hora mientras me quitaba la ropa para darme una ducha rápida.

Eran las 5 y 10.

Terminé 10 minutos después, ya estaba vestida con unos Jeans algo rotos en las piernas y una blusa simple con unas zapatillas blancas sin ningún tipo de dibujo.

Me hice una coleta alta dejando unos mechones sueltos sin intención.

Pero al tomar mi mochila, un poco de dinero y mi celular, visualicé algo encima de mi pequeña cómoda.
Era una nota.

Me acerqué y la tomé.

"desbloqueeme"

Lo dejé en mi cama y simplemente salí.

Pero en la pared de enfrente de la puerta de mí habitación, también habían las mismas notas con la misma marca de una estrella rodeada por un círculo.

Salí de aquel pasillo angosto y me diriji a la puerta de salida, pero no pude abrirla.

Sin embargo, otra nota. Esta más simple.

*Desayune primero, por favor*

-¡llegaré tarde! ¡Abre la puerta por favor! - la pateé, la trataba de abrir con la llave y aunque ya no estaba cerrada, no abría.

De repente, sentí una mano cubrir mis ojos, por lo que en aquel segundo, mi cuerpo tembló y reaccionó de forma estática a el susurro del demonio.

-dese por vencida y coma algo, tiene 5 minutos si quiere llegar, no coma tan rápido-

Sus manos me abandonaron y yo me di vuelta rápidamente ni viendo ni rastro.

-¡No haré ni un contrato!- me tomé de los cabellos y simplemente corrí a por un cuchillo, al tomarlo mi vista pasó por la cantidad de cosas raras envueltas de encima de la mesa. Salí hacia la puerta y me propuse a poner el cuchillo entre la puerta y la pared esperando que se abra, pero no lo lograba.

-coma algo - escuché - la verdad es que no le pido mucho - tiré todo al suelo y fui a la cocina.

-Voy a llevar algo dentro de mi mochila ¿qué te parece? - fui nuevamente a la cocina, pero esta ver vi una pequeña lonchera de tela muy suave, la abrí.

Veía un sándwich, un jugo

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Veía un sándwich, un jugo... Cereales... Simplemente esto hizo que mi corazón latiese con rapidez, lo cerré y me lo llevé viendo la puerta entre abierta, tomé mi mochila y salí por ahí observando la llave en la parte de adentro, la tomé y cerrandola, corrí.

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Me había sentado en la mitad del salón. Las personas entraban pacíficamente.
El profesor Samuel me miraba de vez en cuando, tecleaba algo en su computadora y luego miraba sus apuntes.

Él era un gran profesor, explicaba lento, lo que agradecía, ya que los apuntes que hacía yo, podía nivelarlos, algo, sólo algo.
Pronto se acercaban los exámenes y yo estaba con los libros y profesores hasta la coronilla. Los temas, simple y conciso eran de al menos 300 a 400 páginas cada uno en lo que yo, como información principal, sacaba 5 o 10 páginas de datos.

Pero debía leerlo todo.

Al final, las personas se iban.

Me quedé allí estática y pensé en lo parecidos que eran Samuel y Sebastian.
El profesor se acercó y tomó mi mano para besarla.

-¿no trajo algo para desayunar?- abrí los ojos.

-¡Eres un imbécil! - la puerta se cerró por las corrientes de aire que entraban por la fila de ventanas que habían, las cuales daban al bosque a unos kilómetros - ¿así que te hacías pasar por un maldito profesor? - me paré decidida a proporcionarle un golpe, pero él me tomó de las muñecas.

-Calmese, por favor, no sé de qué habla - su seriedad me asustó - Discúlpese, no debería haberme respondido así - las lágrimas salieron al instante cuando me apretó.

-l-lo siento, p-por favor, l-lo siento- me soltó, retrocedi - lo lamento mucho, por favor - junté mis manos- es que he estado con mucho estrés por... Por alguien que está moletandome y... - suspiró -

-No importa, ¿se encuentra bien? Relájese -

Tomó mi mano y caminamos hacia su escritorio, nadie estaba en la habitación, era receso de 40 minutos y a muchos le gustaba ir a la cafetería o a la zona Relax en el último piso, es un sitio con césped artificial y sillas muy cómodas, hay mesas elegantes que me encantaban pero mucha gente iba y me era imposible estudiar.

-S-si - murmuré.

-¿segura? - asentí - muy bien, hableme de ese tal Sebastian.

-Yo no mencioné que se llamase Sebastian.

texting - Sebastian Michaelis Donde viven las historias. Descúbrelo ahora