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-Imbécil- mi cuerpo me dolió de varias formas al ser casi estrellada contra los casilleros de los baños de la Universidad. Caí y retrocedi viendo a dos chicas casi idénticas, con el ceño fruncido.
Aquellas dos chicas eran ni más ni menos que las gemelas Ciocanu, tenían bastante claro lo que querían, además de ser las primeras en el cuadro de honor.
Exceptuando un problema.

Yo estaba en medio.

¡Claro que odiaba Medicina! ¡Lo odiaba y lo odio! Pero era muy fácil aprobar las materias por el camino, al... Al menos para mí.
Rogué miles de veces a los profesores que no me pongan, pero el director insistió.
A mi me daba totalmente igual en donde me encontraba, pero por ellas yo no bajaría, me gustaba estar entre los primeros, pero no me gustaba presumirlo, era como... Pequeñas victorias personales.

Pequeñas victorias personales, sí.

Ahora mismo, teníamos un entrenamiento corto, era actividad física, debíamos tener un cierto nivel para pasar, eran por precauciones.

Ellas eran Rumanía, eran hermosas con su largo cabello dorado y sus ojos verdes. Y mientras yo con unos simples ojos miel, o marrón... A veces, por la luz se veían celestes. No importa eso, volveré a lo importante. Al ser de allí, poseían una gran belleza y eso les servía en clases, además de sus grandes cuentas bancarias.

-Quiero, no, ambas queremos, que bajes de nivel, no vamos a permitir que una maldita becada como tú nos sobrepase - una de ellas habló, sinceramente, no podía distinguirlas correctamente, pero una tenía la nariz más grande de la otra, y era principalmente por una cirugía ( no sé si sea cierto, fue un rumor)

-Yo quiero que te vayas de aquí, tu existencia me amarga la mía - se cruzó de brazos - además, se ve que no te gusta estar aquí, yo lo sé - suspiré -

-Lamento esto, de verdad no quiero estar aquí, hablé con todas las personas que pueden pensar, para no salir allí, lo i-intenté -

-¿de verdad? - asentí - que... Bien- su cara se relajó - Pensé que -

-pensamos que lo hacías a propósito- negué varias veces-

-Solo quiero... Yo quiero pasar, pero con buenas notas, no necesito un premio ni estar en ningún cuadro de honor - se miraron -

-Está bien, quiero que luego le hables a nuestro papi, él arreglará todo - tomó un papel de su bolso color negro con chatas y me lo pasó- es mi número, háblame a más tardar el jueves -

-t-tienes tu número impreso- ellas asintieron -

-Claro que sí, no lo entiendes porque no estás a la moda, además de ese maltratado cabello, pero, a los hombres les interesa saber tu número telefónico para fornicar de vez en cuando-

Se fueron a paso tranquilo, tragué en seco.

-Qué buena amigas - levanté la mirada, era el profesor Samuel.
Era muy guapo, tenía unos 23 años más o menos, y se encargaba de casi la mitad de las materias que yo tenía. Me tomó de debajo de los hombros y me levantó con facilidad.

-n-no escuchó... Eso ¿verdad?- encarnó una ceja -

-Claro que sí, ya le he dicho muchas veces qué debe hacer - agaché mi mirada- puede hablar conmigo cuando se le antoje -

-Gracias, debo irme- corrí hacia mi casillero, lo abrí y tomé mis zapatillas, me las puse, había estado descalsa, ya que luego del baño, me vestí allí, dentro del cubículo, y para no mojar mis amados tenis, me los ponía en el pasillo -

-¿sin medias? - sentí un rastro de risa en su habla -

-Tengo prisa, y usted también debería tenerlo -

Tomé mi mochila, cerré el casillero y corrí por el pasillo.

Mi cabeza se fue a tres temas totalmente diferentes, primero, la prueba de mañana, segundo, el sexi profesor Samuel que volvió a ayudarme, tercero, le hablaría a las chicas al llegar a casa.

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Tiré mi mochila al suelo, suspiré para hacer lo primero que se me ocurrió, hablarle a aquellas "Blond twins" o gemelas rubias.

Me fui al sillón y tomé una manta para cubrirme y acostarme, tomé mi celular y con el número ya agendado, le hablé.


♡♡♡

Me quité las mantas rápidamente casi tropezandome en el camino para correr hacia la cocina.

Quitando lo brillante que estaba, vi una fuente pequeña cubierta con papel aluminio.

Había un delicioso aroma que no había notado por el cansancio, al entrar, luego una nota.

Era un sobre, estaba cerrado con un sello de cera, muy bonito, tenía de dibujo unas flores que no reconocía.

Mi pulgar acarició el sello, sabía que era ridículo, pero

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Mi pulgar acarició el sello, sabía que era ridículo, pero... ¡Ojalá un chico me hiciera un detalle así! Sin ser un maldito acosador, claro está. Mi cerebro no pensaba en que alguien había entrado a mi apartamento con una facilidad de mil demonios.

La abrí.

♡♡
Descuide, si quisiese matarla, ya lo hubiera hecho, coma despacio, su estómago no parece estar muy acostumbrado a tantas proteínas o fibras.
Si no le satisface, llámeme.

XOXOXO

♡♡

Al quitar el papel aluminio...

-¿la... Lasaña? -

Luego, el celular volvió a sonar, corrí de nuevo encontrándome con otro maldito mensaje.

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texting - Sebastian Michaelis Donde viven las historias. Descúbrelo ahora