Daisies.

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Segundo día de trabajo, cada mañana se hacía cálida lentamente. Murdoc caminaba por su zona, esperando encontrar a el peli-azul, y fué por las rosas, pero no lo había encontrado allí “Tal vez solo vino ese día” pensó “¡Demonios! ¿En qué pienso? Es un niño idiota”, siguió caminando y llegó a la zona donde había margaritas, y estaba ahí, enredándose las flores en el cabello. Sus dedos blancos tenían las marcas de las heridas que se había hecho con las rosas rojas.

El azabache se le quedó viendo un rato, quería apreciar por un momento al chico, pero al cabo de un rato de haber estado acostado, fué caminando hasta él, estaba recostado en el pasto con rocío y lo miró al azabache.

—Me has estado viendo, ya lo sé — dijo el peli-azul haciendo que el azabache se le haga una especie de sonrojo.

—Niño, no cortes más flores, por favor.

—No soy un niño, señor, ¿A caso no sabe que las personas de veintidós años son adultos? — preguntó un poco alterado el peli-azul.

—Tienes cara de niño pequeño, además no tengo apariencia de cuarenta ¡Sí solo tengo veintiséis!.

—Tengo cara de niño y usted de viejo, mejor me largo — masculló el ajeno, poniéndose el gorro y los guantes, parecía molesto.

El azabache suspiró, ¿Veintidós años? Tan solo se llevaban cuatro años y parecía que se llevaban más.

the flower boy;; 2docDonde viven las historias. Descúbrelo ahora