Capítulo 11

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"Lord Faramir, mi señor."

Tras el anuncio de su sirviente, Lord Asfahn apartó la mirada del pergamino que estaba leyendo y sonrió cuando el hombre alto y pelirrojo entraba en el estudio.

"¡Faramir! ¡Me alegro de verte!"

"Yo también me alegro, Asfahn" –dijo Faramir, también sonriendo mientras se estrechaban las manos.

"Por cierto, ¿cómo están tu hijo recién nacido y tu esposa?"

"Están muy bien –Faramir se sentó al otro lado de la mesa-. Nunca he sido más feliz. Llamé Boromir a mi hijo."

"Bien, bien –asintió Asfahn, sentándose otra vez-. Tu hermano se sentiría honrado."

La sonrisa de Faramir se tornó un poco triste al pensar en su querido hermano, pero poco después se alejó de la melancolía y dijo:

"Volví hace tres días. El rey me informó de lo último que hicieron los Haradrim y me sentí responsable."

"Vamos, Faramir. Todos sabemos que no fue culpa tuya. Tu esposa tuvo un bebé. ¡Nadie puede evitar que eso ocurra!" –contestó Asfahn, riéndose.

Faramir todavía sonreía, pero su sonrisa flaqueó. Aun así se sentía como si hubiera decepcionado a Legolas y al rey. Desde que se había enterado de lo que le habían hecho al príncipe elfo, Faramir había jurado que haría todo lo posible para evitar que los Haradrim crearan más caos.

"La verdad es que estoy aquí para buscar más información sobre el ataque a Colomar. El rey quiere que conozca hasta el más mínimo detalle para adelantarnos a su próximo movimiento. Tengo entendido que tus hombres fueron los primeros en encontrar las huellas de los Haradrim, ¿cierto?"

Asfahn asintió.

"Sí, fueron mis hombres. Como dije en el consejo del rey, nuestro destacamento era tan pequeño que tuvimos que ir a buscar ayuda a Ithilien. Pero los elfos no se dignaron a prestarnos ayuda. Colomar ya estaba más allá de toda ayuda cuando volvimos."

Entonces Asfahn le contó a Faramir el resto de la historia antes de exclamar en voz alta:

"¡Elfos! ¡No se puede confiar en ninguno de ellos! ¡Nos abandonaron cuando más los necesitábamos! ¡No tengo ni idea de por qué el rey les ha dado tierras para que solo las conviertan en un inútil jardín!"

Faramir lo observaba, pensativo, al ver todos los prejuicios que tenía el hombre. Aun así no se sorprendía por sus quejas, pues el príncipe de Ithilien había oído una vez que el hermano de Asfahn había muerto a manos de los elfos. Faramir no conocía los detalles de la historia, pero sabía lo suficiente como para suponer que Asfahn desconfiaría de la otra raza. Sin embargo, tras hablar con Béregund, la mano derecha de Legolas, Faramir sabía que había algo más en toda esta historia.

Béregund le había dicho que Asfahn y sus hombres nunca habían aparecido a pedir ayuda.

Después de conocer a Legolas durante un año, Faramir sabía que los elfos eran muy honestos. Nunca mentían, pues no tenían razones para hacerlo. Y eso indicaba que era Asfahn el que no decía la verdad. ¿Pero con qué objetivo? Esa era la razón por la que Faramir había ido a los dominios de Asfahn. Para encontrar respuestas.

El sirviente de antes volvió de repente.

"Mi señor, la comida está lista. ¿Quiere que la sirva aquí?"

"Ah, bien. Tráela para que Faramir se una" –ordenó Asfahn antes de que Faramir pudiera objetar algo.

"Oh, pero tengo que negarme. No quiero imponer mi compañía, Asfahn" –dijo Faramir, poniéndose en pie.

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