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Una semana después, la camioneta negra se detuvo frente a la casa de los Hatley. Por primera vez, Itzel salió a saludar con una enorme sonrisa.

-¡Hola, entrenador!

-Hola, hija ¿Cómo te has sentido?

-De maravilla. El brazo ya no me duele y van a quitarme este yeso en seis semanas. ¿Puedo asomarme debajo de su camioneta? Quiero ver el tubo de escape que me golpeó...

La chica fue hasta el vehículo sin esperar la respuesta de Ax y se agachó...

-No veo nada... -dijo acostándose literalmente sobre el pavimento y metiéndose debajo de la camioneta para analizar.

-¿Qué haces, Itzel?

-Necesito averiguar... -dijo la chica-. Esto es increíble...

Ax fue hasta la camioneta y se agachó para ver lo que la joven estaba examinando.

-¿Qué es increíble? 

-El tubo está de este lado, pero del otro no hay ninguno saliente...

Ax seguía sin comprender. Cuando la joven hizo el intento de reincorporarse, él se apresuró  a ayudarla jalándola suavemente del brazo sano.

-Entrenador. ¿Le puedo decir así, verdad? Mi mamá ya regresó a México, pero antes de irse  insistió en que los accidentes son para reflexionar... ¡y yo he pensado que estuve a un milímetro de la muerte! Suena simple, pero no cualquiera puede decirlo de verdad. ¡Vi la llanta de esta camioneta muy cerca de mi cara antes del tirón!

-¿Cuál tirón?

-No  le he dicho esto a nadie. ¡Justo cuando la llanta me iba a aplastar, alguien o algo me jaló con mucha fuerza y me hizo girar! -Ax la observó con asombro-. Yo tengo un primo -continuó Itzel-, que asegura haber visto ángeles en persona. Dice que fue rescatado y guiado en momentos difíciles. Nunca le creí, pero ahora no sé.

¿Quién me jaló el brazo? ¡Debajo de la camioneta no hay nada con lo que haya podido engancharme!

El entusiasmo de la joven era legítimo, y Ax pudo sentir en su mirada verdaderas emociones de bondad.

-He sabido -dijo el entrenador hablando muy despacio-, que muchos accidentes que podrían haber sido fatales son detenidos con frecuencia por ligeras variantes; sé que la gente <<perdida>> a veces recibe pistas que la ayudan a regresar al camino correcto; sé que en los momentos más críticos a veces aparecen de la nada personas dispuestas a auxiliar, para después desaparecer con la misma rapidez. No puedo asegurar que eso ocurre por causa de aquellos seres que algunos llaman <<ángeles>>, pero tampoco me atrevo a negarlo.

-Gracias por comprenderme... -dijo ella-, y por aceptar enseñarme...

-Gracias a tu, hija. ¡Me ayudaste con el fiscal, sin que yo te lo pidiera!

-Qué tipo tan grosero ¿verdad? ¿no se supone que por ser hispano debería haber tratado de echarle la mano?

-Se supone, pero eso rara vez ocurre aquí. Desgraciadamente algunos de los latinoamericanos que logran tener cierta autoridad se vuelven presumidos y prepotentes  con los de su misma raza.

-¡Increíble! 

-Así es. Por eso, si tú no hubieras declarado a mi favor, yo estaría en graves problemas legales ahora. 

-No me dé las gracias. ¡Los muchachos que rompieron el vidrio son quienes deberían estar en la cárcel! 

-Aún podríamos detenerlos, Itzel. Evitaríamos que siguieran haciendo fechorías, pero tú eres la única testigo y tendrías que declarar en la corte.

-¡No gracias! Jamás regresaré a una de esas cortes. 

Tiffany salió de la casa y preguntó:

-Is everything all right?

-Sí -contestó Itzel-, todo está bien.

-¡Babie - estar - lista - para clases!

-Ya vamos.



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