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Beky abrió muchos los ojos y asintió.

-Vengo a pedirle disculpas -continuó el hombre avanzado-, ya decirle que pagaré hasta el último centavo del hospital. Todavía no entiendo cómo sucedieron las cosas-, yo estaba en mi casa, leyendo, cuando escuché gritos e insultos que venían de afuera. Me acerqué a la ventana para ver qué ocurría y de repente el vidrio estalló. Apenas logré protegerme las cara. Una botella de cerveza pasó rozando mi cabeza. Quedé bañado en cristales. Los vándalos huyeron. Pensé que debía salir a tratar de detenerlos y pedir ayuda a la primera patrulla que hallara. Tomé las llaves de la camioneta a toda prisa y me subí a ella. Su hija estaba parada detrás. La camioneta tiene los vidrios polarizados y no la vi...

-Itzel -preguntó la madre-, me puedes informar ¿qué hacías en la casa de este hombre detrás de su camioneta?

La chica iba a contestar cuando apareció Tiffany Hatley. 

Traía consigo una carpeta del hospital con la cuenta de gastos por pagar.

-Are you Mr. Ax? -preguntó levantando el fólder.

El entrenador tomó la carpeta, revisó el documento y fue hasta la mesita del cuarto para hacer un cheque.

Itzel bajó un poco la voz y le dijo a su madre.

-He tenido demasiada presión. Siento que estallo. Perdóname.

-Está bien, hija -se acercó a ella y le preguntó al oído-. ¿Quién es este señor?

Itzel habló con discreción, pero fue levantando el volumen poco a poco.

-Ax es una persona importante aquí. Aunque la policía lo trató muy mal hace rato. todos lo conocen. Incluso busqué sus datos en internet. Hay más de doscientos sitios que hablan de él. No soy una mediocre, mamá. ¡Me ocurrió este accidente porque estaba buscando la forma de superarme! Siempre lo haré. Aquí o en México, así que por favor, déjame regresar.

Ax y Tiffany terminaron escuchando las palabras de Itzel. Beky asintió.

-De acuerdo, hija. En cuanto te den de alta nos iremos.

El entrenador entregó el cheque y volvió a ponerse de pie.

-¿Puedo decir algo? -se dirigió a la chica- Itzel, no te regreses todavía. Estoy en deuda contigo. Si aún te interesa, y tu madre está de acuerdo, podré ir a casa de los Hatley por las tardes y mostrarte un mapa que te ayudará a lograr todas tus metas. Dame la oportunidad de compensar un poco el daño que te hice. Incluso puedo enseñarte a esquiar...

-¿Con este brazo roto?

-¡Mi pierna izquierda está dañada y aún así esquío!

No existe limitante física para hacer algo que realmente deseas. Ánimate. Incluso aprenderás inglés. Si no lo haces ahora. ¿Cuándo?

Era una oferta difícil de rechazar. Tiffany preguntó:

-¿Es posible - mi hija - aprender - también - lo de - las metas?

Durante unos segundos nadie habló, pero después Beky apoyó la propuesta:

-Si Tiffany observa las clases de vez en cuando y usted acepta enseñarle a las dos niñas, por mí no hay inconveniente.

Ax miró a las mujeres. Era un hombre decente, deseoso de pagar una deuda de honor, y lo que menos quería era correr el riesgo de que se malinterpretara su interés en esa jovencita.

-Estoy de acuerdo -respondió él-. ¿Tú qué opinas, Itzel?

-No sé... Lo voy a pensar.

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