CUEVA DE LA ESTRATEGIA. 1

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Gordon Hatley no paraba de gritar y dar manotazos. Tiffany trataba de calmarlo. El escándalo era tal, que Itzel salió de su cuarto para averiguar qué ocurría. Encontró una escena muy desagradable. El hombre vociferaba y hacía señas de furia. Su esposa, sentada en una silla de la cocina, contestaba con tono suplicante. Los dos hablaban al mismo tiempo, pero ninguno escuchaba. Aunque Itzel los había oído discutir varias veces, jamás de forma tan violenta.
Regresó a su habitación y vio que Babie precensiaba la riña escondida detrás de la puerta entreabierta. Los ojos de la chica reflejaban una terrible combinación de miedo y tristeza.
Tiffany salió a la calle y se subió a su carro. Gordon fue tras ella sin dejar de gritarle. La mujer arrancó el vehículo y se marcó. Gordon también se subió al suyo y desapareció. El silencio regresó a la casa.
Durante la siguiente hora, Itzel trató de hacer su tarea, pero no logró concentrarse. Luego miró el papel en el que Alfredo Robles le había escrito la dirección de AX y jugueteo con el.

No era correcto que fuera a la casa de un hombre a pedirle orientación, pero tampoco estaba bien quedarse con los brazos cruzados cuando había encontrado la posibilidad de superarse tanto.

Salió de la habitación. Vio la puerta del cuarto de Babie y, como no había nadie a quien pedirle permiso, pensó al menos avisarle a ella. Toco. Casi de inmediato Babie apareció sonriente y la invitó a tomar una copa en su habitación. Estaba borracha. En el tocador había una botella de brandy. El cajón inferior abierto mostraba varias cajetillas de cigarros.

Itzel trato de aleccionar a Babie advirtiendole que si sus padres se enteraban, el problema se haría mayor. Entonces Babie dijo que Gordon Hatley no eras su padre, que Tiffany se había divorciado y vuelto a casar, que su verdadero padre era un doble de cine, siempre rodeado de mujeres, y Gordon, un neurótico aficionado a reprender a los demás. Itzel comprendió algunas frases sueltas; quiso consolar  Babie abrazándola por la espalda,  pero la chica se encorvo al contacto, como si hubiese recibido una descarga eléctrica.

-Are you going to share this with me?-   Babie le volvió a ofrecer alcohol.

-No, thank you. 

Itzel dio media vuelta y continuó su camino hacia fuera.

Se preguntó si su madre se había enterado historia de esa familia antes de enviarla ahí. Seguramente no, porque se lo hubiera advertido.

Miro el domicilio del entrenador y se puso en marcha. Pensó que, como el pueblo era chico y cuadrado, tarde o temprano encontraría la dirección, pero calculo mal. Recorrer las avenidas le tomó casi dos horas. Ya había oscurecido cuando halló la calle. Estaba exhausta. Hizo un último esfuerzo y anduvo los últimos metros. Había una camioneta negra estacionada en el garaje abierto. 

A través de la cortina se veía la silueta de un hombre reclinado sobre su mesa.

Itzel dudo. Miro alrededor. Dos autos y tres motociclistas se acercaban. Era una calle bien iluminada. Si Ax la invitaba a pasar, ella no aceptaría. Tenía catorce años, sabría detectar a tiempo cualquier peligro. Estaba a punto de tocar cuando escucho que las motocicletas se detenían frente a la casa. Ella se ocultó a un costado de la camioneta. Los tres conductores eran jóvenes y cargaban sendas botellas de cerveza; comenzaron a gritar y a acelerar  amenazadoramente. Itzel reconoció a dos de ellos. ¡Eran quienes habían peleado contra los esquiadores del equipo de Ax! Tocaron el claxon y aumentaron sus gritos como retando al entrenador a una nueva pelea. La luz interior de la casa se apagó.

-Let's go!  - gritó uno de los vándalos-, but before...

Meció su botella de cerveza varias veces y la arrojó con fuerza. el envase hizo una parábola girando en el aire antes de chocar contra el ventanal. Un aparatoso estallido provocó que miles de cristales  saltaran por doquier. Itzel apenas tuvo tiempo de cubrirse la cara, varios pedazos de vidrio cayeron sobre su cuerpo. Los motociclistas emprendieron la huida. Ella salió del garaje asustada y se recargo en la defensa trasera de la camioneta. Sacudió su cabello y ropa para quitarse los vidrios. Una astilla se le clavó en la mano. La extrajo con cuidado. Estaba tan impresionada que no se dio cuenta cuando el entrenador salió de la casa para perseguir a sus agresores. Solo sintió que la camioneta arrancaba y se movía en reversa. Quiso apartarse pero fue demasiado tarde, el empujón de la defensa la desequilibro y la hizo caer. Trató de arrastrarse hacia fuera de la trayectoria del vehiculo, pero solo logro sacar medio cuerpo. Aunque todo sucedio muy rapido, como ocurre en los accidentes, sus sentidos se alertaron tanto que vio los sucesos como en cámara lenta. Ya no tenía tiempo de escapar; las llantas la aplastarian por la mitad, así que se encogió tratando de quedar debajo de la camioneta. El tubo del escape le golpeó en la nuca y, otra parte del vehiculo, en la espalda. Quedó atrapada bajo la transmision. Doblo las piernas y trato desesperadamente de mover la cabeza, pero vio como la llanta giraba directo hacia ella. Cerró los ojos y gritó. Su manga derecha se engancho con alguna parte del coche en movimiento y eso la hizo girar. Solo su brazo izquierdo quedó expuesto. El peso del coche lo aplasto. Oyó cómo se trituraban sus huesos. Hasta entonces, el chofer pisó el freno.

Ax bajo de la camioneta y se asomo. Vio a la muchacha que gritaba.

-Oh my god! -dijo combinando los dos idiomas-. 

¿Qué hace ahí esa joven? ¡No la vi! Oh my God! Oh my God!

Entró a su casa para pedir ayuda por teléfono. 

Todos los objetos alrededor de Itzel se hicieron borrosos. Sintió que flotaba, el tiempo se volvió confuso y ella alcanzó a oír el ruido de las sirenas antes de desmayarse.  

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