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  Papá: 

Prefiero escribirte a ti porque no puedes contestarme ni regañarme. ¡El silencio es tu castigo por haberte subido a esa estúpida avioneta! Siempre fuiste un inmaduro. Te gustaban los deportes extremos y los juegos de adrenalina. Decías que te fascinaba bucear en cuevas y aventarte en paracaídas. Querías que yo creciera para llevarme a las montañas rusas. Ya ves. He crecido y le tengo miedo al carrusel. ¿Como la ves? Al menos no me mataré de la forma idiota en que tu te mataste. En lo que si me parezco a ti es en lo malhablada e imprudente. Dicen que lastimabas a la gente con tu sinceridad. Lo siento, yo soy igual. Algo tuyo tenía que heredar. ¿Estás enterado de mis últimas aventuras en este pueblo nauseabundo al que mi mama me mando dizque para aprender inglés? Déjame ponerte al corriente. No he aprendido inglés, pero si he aprendido lo que se siente ser un ciudadano de segunda clase, que tus compañeros te ignoren, y que las autoridades te maltraten.

Hoy en la mañana Gordon me llevo a la corte. Fue una experiencia horrible. La sala estaba alfombrada y tenía vidrios relucientes, una bandera enorme y el escudo nacional de estados unidos tallado en madera, igual que en las películas, solo que este era una especie de juzgado comunal en el que se realizan juicios rápidos. Los acusados frente al juez esperaban ser llamados a declarar. El fiscal recitaba los cargos, el inculpado se defendía, a veces con la ayuda de un abogado, y finalmente, el juez dictaba su sentencia. ¿Sabes que fue lo que más me llamo la atención? ¡Que en la sala casi no había bolillos! (Yo les digo así a los gringos que tienen el cabello amarillo y la piel blanca como bolillo). La mayoría de los acusados eran latinos, negritos y árabes de mal aspecto. ¿Por qué seria? ¿Tú crees que los bolillos no cometen infracciones? ¡De seguro las cometen, pero son tratados mejor que los inmigrantes y rara vez los mandan a esos galerones! Es muy desagradable. Te revisan veinte veces antes de entrar, te quitan la bolsa, el celular y todas tus pertenencias. Luego te obligan a sentarte y te dejan ahí durante horas. Mientras tanto, ves todo lo que pasa alrededor. Los policías armados hasta los dientes se mueven con prepotencia. Los guardias se portan groseros. Las secretarias son sarcásticas. Una mujer, cerca de nosotros, quiso discutir y recibió tal cantidad de gritos que término pidiendo perdón. Los policías siguieron amenazándola hasta hacerla llorar. En ese lugar solo está permitido agachar la cabeza y declararse culpable. Cualquier protesta se interpreta como rebeldía y es fuertemente castigada. Gordon Hatley se la paso todo el tiempo inflando los cachetes como sapo. Me hubiera gustado tener un alfiler.

Después de casi cuatro horas esperando nos hicieron pasar con un oficial que nos empezó a preguntar cosas. Yo no entendí, pero vi la arrogancia del sujeto, y después de un interrogatorio insoportable me harté, me golpee el pecho con el puño cerrado y dije: <<soy culpable, culpable, culpable, culpable...>> El tipo pareció entender mi burla, comenzó a regañarme e hizo una seña. Inmediatamente llegaron tres policías y me llevaron a un cuarto en donde me tomaron fotografías y me hicieron estampar mis huellas digitales. ¡Que absurdo! ¿no te parece, papá? Ni que hubiera matado a alguien. ¡Ahí me tuvieron sentada un rato más! Varias personas entraron a regañarme. Quise pararme y me obligaron a sentarme. Estaba a punto de estallar cuando me llevaron de nuevo al juez. Gordon hablo por mi, pero a esas alturas yo estaba tan humillada que cuando el juez comenzó a sermonearme otra vez, me jale de los cabellos y comencé a gritar. No llore porque yo nunca lloro, pero estuve a punto de hacerlo. 

Fue lo más horrible que me ha pasado. Nos dieron una tarjeta anaranjada con las conclusiones de la corte. Gordon dejo que me quedara con ella, de recuerdo. ¡La porqueria esta en ingles! En la primera oportunidad me voy a sonar la nariz con ella.

¡Papá, estoy harta! La psicología dice que yo necesitaba venir a este pueblo para que se me quitara el trauma de haberte perdido. Eso es estúpido e infantil.  

    

¿De qué me sirve conocer el lago que a ti te fascinaba? Muy bien, ya lo conocí, ahora quisiera largarme. Aquí me siento como encarcelada. Tiffany no me deja ni respirar. Me vigila, trata de darme consejos en su medio español y todo el tiempo está insistiendo en que me haga amiga de su hija Babie. ¡Babie! Tiene nombre de perro, ¿No te parece? (¡Hey, ven, Babie Babie!).

Bueno,  papá, espero que tu si te la estes pasando bien. Al último vuelo en avioneta debió ser muy emocionante.

Perdoname. Escribo puras burradas, pero es que me da rabia no tenerte cerca cuando mas te necesito. ¡Me haces mucha falta! Una niña a los catorce años puede sobrevivir sin tener novio o amigos, pero definitivamente no puede estar sin un papá... Al menos yo no puedo... ¡Otra vez estoy apretando los dientes para no llorar! Solo quiero que sepas que te adoro.

Itzel. 

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