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-Oiga, señor. Me gusto el entusiasmo de su equipo... ¿Se preparan para una competencia?

-Si...

Extendió la mano y lo saludo.

-Me llamo Itzel. Soy de Mexico. Estoy aquí de visita por un año. Me mandaron porque mi  mamá dice que tengo que superar un trauma mamá y, de pasada, aprender inglés, pero ni estoy loca ni me gusta el ingles. ¿Qué le pasó a usted en la pierna?

El entrenador sonrió y frunció las cejas.

-Tuve un accidente.

-¿Esquiando?

-No.

-Ah... -por un momento no supo cómo proseguir la charla-, oiga -se le ocurrió algo-, ¿sabe donde puedo recibir clases de esquí en español?

-En ningún lado.

-Pero... 

-Tu estas aqui para aprender inglés. Aunque te inscribas en otras clases, no deben ser en español; ni siquiera bilingües.

-Ya le dije que odio ese idioma.

-El odio puede ser producto de la falta de conocimiento. Esfuérzate en hablar. No tengas miedo de equivocarte. Dile a la gente que estás aprendiendo. Si no entiendes algo, pide que te lo repitan o te hablen más despacio.

-¡Pero me siento una tonta cuando no entiendo!

-Pues grabatelo en tu mente. ¡No eres tonta! Al contrario, eres aventurera, valiente, emprendedora, intrépida. Por eso quieres superarte. ¡Siéntete orgullosa de eso y deja de quejarte!

-Se dice fácil...

-¡Lo es si te decides! Se parece a la natación: o te metes al agua o nunca aprenderás. los inmigrantes que buscan amigos, revistas y canales de radio o televisión en su idioma, como para mantenerse en la orilla del lago, jamás llegan a la meta... si quieres triunfar, debes salirte de tu zona de confort! ¡Y echarte un chapuzón! es incómodo y riesgoso, pero te garantizo que funciona.

-¿Y si me ahogo? 

-Hay ramas y piedras sobre las que puedes apoyarte pon todos tus sentidos en el esfuerzo y lo lograras muchas personas lo hemos hecho. ¿Por qué crees que tu no?

-Está bien -comentó Itzel-, en ese caso, necesito clases de natación -río-, usted me entiende.

El hombre asintió.

-¿Tienes un papel? Voy a darte mi numero telefonico. 

-¡Claro!

Itzel saco el bolsillo el cartón anaranjado que le dieron en la corte.

-Aquí puede escribir.

El entrenador hizo una mueca de asombro.

-¡Qué es esto! ¿En qué líos andas metida? ¿consumes drogas?

-¡No!

-¿Entonces, robaste algo?

-¡Solo hice una travesura!

-¡Esta tarjeta no se la dan a los que hacen travesuras!

¡Es para quienes han sido clasificados como casos graves! 

-Yo no soy caso grave.

-Pues acabo de expulsar a dos de mis mejores deportistas por coleccionar hojas como esta. 

Itzel frunció el gesto y dijo:

-¡Eso es una estupida exageración! Yo solo...

De inmediato se arrepintió de decir la mala palabra, pero ya era tarde. El hombre la miró con pesar. No parecía enojado, sino decepcionado. Preguntó con voz triste.

-¿Ya leiste las letras en mayúsculas que están escritas por el reverso de la tarjeta?

-No.

-Pues deberías hacerlo...

En ese momento se escucharon los gritos de un chico que se acercaba, desesperado.

-Help! Help! There is a fight over there! 

Dos jóvenes se revolcaban por la nieve mientras otros dos, de pie, se propinaban patadas y puñetazos. La confusión aumentó cuando llegaron refuerzos de ambos bandos. En unos segundos había varios muchachos dándose golpes.

El entrenador tomó su bastón y, arrastrando su pierna inútil, pero a toda prisa, fue a tratar de parar la pelea. Casi al momento, un guía de la montaña uniformado con traje rojo descendió esquiando a toda velocidad, se quitó los esquís y ayudó a detener a los muchachos. Hubo puñetazos al aire, gritos, amenazas e intentos de reiniciar la gresca. Los tres jóvenes del equipo fueron controlados, mientras los enemigos se ponian sus esquís y se retiraban gritando amenazas. 

-¿Que paso aqui? 

Los chicos comenzaron a explicar arrebatandose uno a otro la palabra. El hombre del traje rojo le dijo en español al entrenador:

-Debes tener cuidado. Esos tipos son peligrosos y están furiosos porque los corriste.

-Si, lo se, pero no quiero delincuentes en mi equipo.

Itzel ya no se atrevió a pedirle su numero de telefono.

Dio la media vuelta y se fue.

En cuanto entro a la casa de los Hatley, se vio reflejada en el vidrio de la sala y pudo analizar su imagen desarreglada. No se había bañado en dos días y usaba ropa arrugada y sucia. Recordó las palabras del coach. <<¿En qué líos andas metida?  ¿Consumes drogas? ¿Robaste algo?>>

Analizo el cartoncillo anaranjado. Se encerró en su cuarto y, con ayuda de un pesado diccionario, tradujo palabra por palabra, luego revisó las oraciones y volvió a escribirlas paa darles un mayor sentido. La advertencia de la corte escrita en esta tarjeta era abrumadora:

Usted cometió un delito federal. Por eso a tenido que pagar una sanción y posiblemente quede registrado como transgresor en los archivos de la policía. Es del interés del condado y de la comunidad recordarle que usted es una persona muy valiosa, capaz de dejar un legado positivo al mundo. Siempre que se vea tentado en el futuro a cometer un ilícito, recuerde que la ley es implacable; tarde o temprano usted sufrirá las consecuencias de sus faltas  y poco a poco su vida quedará destruida. Por otro lado, recuerde que puede elegir realizar actos nobles, valientes y útiles para sobresalir provechosamente; estos actos serán recompensados por la sociedad y a la larga ennobleceran su persona y enaltecerán su nombre. No se sienta agraviado por la multa que le fue impuesta, al contrario, siéntase agradecido porque aun tiene la oportunidad de cambiar su actuación en la historia. El condado lo motiva a que este contratiempo se convierta en el trampolín hacia el éxito que usted merece.                        

Itzel analizó la traducción y se quedó inmovilizada por una enorme pesadez.

¡Esa era la tarjeta que le dan a todos los criminales!

Se sentia como un animal atrapado debajo de un tronco.

Entre agarrotada y asfixiada, se quedó dormida.  

InvencibleDonde viven las historias. Descúbrelo ahora