Una nueva historia que te encantará. Relatos con intriga; y que te hacen pensar. Si te gusta ésta serie; Sígueme; estaré subiendo nuevos capítulos, cada tres o cuatro días.
¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.
Déjame tus opiniones, y lo que te gustaría que apareciera. ¡No olvides votar!
<<En un segundo comenzamos...>>
¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.
─ ¿Sabes algo? ¡No importa lo que me digas; o cómo lo digas! Ahora no es posible que hagamos lo que dices.
─ ¡Que no importa dices! Pero si lo único que importa es eso. ¡No podemos dejarlo así!
─ Ahora mismo, tenemos cosas más importantes que hacer. ¡No te ofendas! También creo que tienes razón; -procuré moviéndome hacia atrás con mucho cuidado-.
¿Viste lo que son? ¿Viste lo que hacen? ¿Viste, lo que podemos hacer? -Vociferaba Stefano; siguiéndonos detrás-. Los demás, me siguieron, porque sabían; al igual que yo, que debíamos regresar pronto a dejar las provisiones encargadas, o algunas personas no sobrevivirían.
Habíamos llegado, sólo como una misión de reconocimiento, y no íbamos a cambiar eso. No teníamos la más mínima intención de entrar en contacto. No obstante; lo que Stefano me decía, me inquietaba aún más.
Guardaba muchas interrogantes en mi corazón; más el tiempo no me dejaba opciones para buscar respuestas en estos momentos, dada la campaña más reciente y la necesidad creciente.
No estábamos preparados; y no sabíamos contra quién nos enfrentábamos. En una situación como éstas, lo más lógico es que retrocedas, y vuelvas sólo hasta estar seguro.
Con el periférico de mi mirada detecté a Stefano decepcionado; y de mala gana, aceptó acompañarnos a nuestro refugio, ya que al fin entendió que era muy peligroso intentar un acercamiento, solos.
Nuestra gente nos esperaba con mucha ansiedad. El vernos, fue muy conmovedor para todos. Ya estaban pensando organizar un grupo de rescate que fuera por nosotros, ya que la demora, en el tiempo que les dijimos en que regresaríamos; y el que nos hicimos, discrepaba con ahínco.
Pese a todos los regaños, y las malas caras que recibimos, también había una alegría conmensurable. Una que se refugiaba vigoroso en las mentes y corazones de todos; tanto, que no mascullaron en nada por las visitas del exterior en el refugio. Por el contrario; empezaron a llevarse muy bien desde el principio.