La historia; nunca la he percibido aliciente en lo más mínimo. Personalmente; la evolución social; el pasado con sus traumas plúmbeos mal paridos y la acedia indiscutible que atiza la tristeza; todo había formado parte de lo que yo mismo me atrevo a nombrar como, la rémora distintiva no deseada.
En parte, porque las técnicas de la sobrevivencia nunca han dependido en lo absoluto de la sed interminable del conocimiento; como de la experiencia perenne. Ahora; vivo por ello. Hago todo por ello; y dejo de hacer todo por ello. Las consecuencias de eso, son impredecibles.
Había aprendido de niño, con los exploradores, a seguir ciertas reglas, que a lo largo de la vida, jamás olvidé. Habían dejado su marca en mí, como las cruzadas o el salvaje oeste en los cruzados y cowboys solitarios. Si algo conocía; era la naturaleza del hombre, y era lo único en mi menester más próximo.
Consecuentemente, el aprendizaje que recibí, me indicaba que continuara sólo; que abandonara la idea de ayudar a la gente, pues nada merecían. Pese a esto; en medio de todo el caos encontré a gente muy amable, determinada a sobrevivir y a vivir con dignidad. Me recordaron inmediatamente a mi familia. Antes de todo. Cuando la felicidad, contenía un significado solemne y una única condición amena pormenorizaba justificada la pena de la maldad. Era un recuerdo que dolía. Quería defenderlos, y cuidaría que nada les pasase. Me sentía responsable.
Obviamente, nada de aquello podía concluir con nada bueno; si lo piensas desde la perspectiva de que; romper tus propias normas de supervivencia, no es la mejor idea que puedas tener.
Las constantes atenciones de los médicos en el refugio habían empezado a dar resultados satisfactorios. Los alimentos en el refugio eran los suficientes. Solo precisábamos el armamento.
Con tres expediciones en la que nos arriesgábamos cada vez más; no habíamos encontrado lo suficiente. Pedíamos a gritos, ayuda desde el cielo. Concordábamos en que las sorpresas, eran más que bienvenidas.
En lo que regresamos al refugio, vimos lo que pareció ser un indicio de lluvia que se aproximaba con velocidad.
Probablemente el tempestuoso clima nos brindaría una oportunidad para acercarnos al asentamiento de los visitantes inesperados.
Con propósitos bien definidos e instrucciones recibidas, todos teníamos una tarea para desempeñar que no se debía tomar a la ligera.
Independientemente de lo que viéramos, estaba terminantemente prohibido que nos acercáramos más de lo necesario. Por lo que sabíamos; el grupo era hostil y cualquier intento de contacto podría terminar en una catástrofe irreparable.
Tres cosas indispensables eran las del fogueo en el laboreo propuesto por la diligencia encomendada. Vigilancia; ascendencia de las teorías o sus refutaciones, y de ser posible, un muestreo íntegro. Tecnología; formas de vida; lo que fuera. Sin tiroteos. Sin jubileos. Sin salseo. Solo la perspicacia de la disciplina ensayada en el conteo de la conflagración impuesta. Trabajo de espías, puro y sano.
Desprovistos de cualquier ayuda; solo se cuenta con uno mismo y su suerte. Cuando los veía por el retrovisor, sus facciones me demostraban rudeza, pero al bajar y acercarnos, percibía ligeramente el temor en todos.
En tierra, todo es más difícil. Aún más, cuando llueve. Con los zombies; ni se diga. No es para todos el connaturalizarse. Más; no significa que se deba desistir.
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Z & A
Science FictionUna nueva historia que te encantará. Relatos con intriga; y que te hacen pensar. Si te gusta ésta serie; Sígueme; estaré subiendo nuevos capítulos, cada tres o cuatro días.