Capítulo 7 "¡Doctor; Doctor!"

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—¡Axel! ¡Detén a todos! ¡No deben ver esto! 

Axel luchaba contra los parientes de Sabira, que en una expedición me había acompañado con los otros a conseguir suministros fijos.

Es una de esas cosas que no quieres que pasen nunca, y cuando suceden, te das cuenta de que pudiste prevenirlo, o hacer algo antes de cualquier cosa.

No esperábamos que una nave se acercara tanto a nosotros, pero estábamos muy cerca de la cordillera, en un depósito de alimentos que no se había explorado por el peligro que existía. Siendo demasiados zombies no se puede aventurar con tan pocos hombres.

Todos pudimos escondernos rápidamente. Sabira fue una de las primeras en lograr ocultarse sin tener idea con lo que se iba a encontrar. Tenía una increíble habilidad y agilidad. Sobrepasaba a muchos en talento y fiereza.

La profundidad de la herida le dejaría cicatriz, más no sería un sería un problema si no estaba infectada. Tenemos veinticuatro horas antes de saberlo con seguridad.

La familia de Sabira estaba ansiosa por acercarse a saludarla, entusiasmada y esperanzada. Yo les había dado una orden a todos. De que no podíamos arriesgarnos. Después de todo me habían dejado a cargo, y tenía que cumplir con mi responsabilidad.

¡Doctor; Doctor! ¡Solo déjenos pasar a verla! ¡No pasa nada; no haremos nada! -Gritaba Michel, el padre de Sabira-.

Incluso desde el otro lado, donde me encontraba, lograba escuchar cómo Axel les decía que eran órdenes mías, que era peligroso acercarse ahora.

Veía cómo luchaba por detener a la madre, para que ya no siguiera avanzando, porque quería cerciorarse del bienestar de su hija; y cómo el padre casi golpeaba a Axel recibiendo siempre una campanada igual.

No había nada que pudiéramos hacer por ella. Su transformación; había empezado.

Primero, siempre empieza con la convulsión tónica; que a la primera vista puede ser imperceptible, más no inflexible. Después se vuelven clónicas. Acentuándose cada vez más en diferentes grupos musculares del cuerpo, lastimándose con los bordes filosos y lastimando a todos al rededor. También existen las mioclónicas, que son más raras de observar, pero con los mismos resultados. Cinco minutos después de la violencia, se considera transformado.

Nunca matamos a nadie, antes de las veinticuatro horas, y jamás permitimos que los familiares vean su ejecución. Ese acto los trauma, y nunca lo logran superar.

Grabamos todo lo que hacemos. Luego de la ejecución, pueden acercarse para observar la transformación y si alguno lo desea, la ejecución. Luego de la grabación y su exhibición, se borra todo, para reutilizar la cinta. 

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