Capítulo 4 "La Misión"

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Todas las travesuras de los niños han dejado grabado su apogeo una vez en la vida, que de seguro ha sido memorable; y más de en alguna ocasión, le ha causado problemas a alguien que es; en su propia definición, relativamente desidioso. Eso; no significa que lo niños sean malos o pedantes, y no obstante, tienen la habilidad de fastidiar a sus semejantes más cercanos; e incluso, en algunos casos; lejanos. Un rasgo que al parecer, se genera en todos, y se repite en cada generación. Las guerras se han producido precisamente por eso. ¿Será entonces; que la misma historia se ha repetido desde siempre, y que no tiene su origen en la humanidad, sino en todas las formas de vida existente?

¡No les hemos hecho nada, y eso no basta para que nos dejen en paz! -Fue la expresión que Lidia entonó mientras nos preparábamos para salir del refugio-.

—¡Aún no sabemos lo que quieren! ¡Por eso debemos tener precaución! -Respondí con el aliento impreciso-.

La comunidad y la amistad se habían acentuado en todos, junto con la franqueza con la que se trabajaba.

Lo fascinante no era la firmeza de las palabras que todos reflejaban en sus comisuras, sino la crudeza y la confianza con que todos nos tratábamos. Sin importar el rango que ocupaba; o la importancia de sus talentos para el grupo, o la misión. Ahora, todos pertenecíamos a un mismo equipo.

Parte de eso, consistía en lidiar con la sinceridad y el temor de todos.

No obstante; los escrúpulos sobrevaluados por la marginación y la espuria contienda del infortunado; permanecían lejos de sajar más las heridas del resto de los inocentes subrepticios. ¡Ahora, aún más! Por distorsionado y loco que se compare con la realidad prevista; el bien común prevalecía sobre toda acción audaz. Todos participan. Nadie se queda atrás.

En el camino, difícilmente nos encontramos con mayores dificultades. Los zombies habían desaparecido casi por completo. Algunos, dirigidos por el ruido inaguantable de las naves, o las luces provenientes de las naves y el fuego. De noche se observaba con mayor esplendor. Si no fuera por lo terrible de la realidad; parecería una celebración del día de la Independencia. Solo faltaba el grupo de los borrachos empedernidos a la izquierda; y bailarinas a la derecha, para estar completos.

Las calles vacías daban más miedo que las pobladas.

Afortunadamente, cada vez que una de esas naves se acercaba, emitían ese tedioso ruido, lo que nos daba el tiempo suficiente para escondernos en un almacén o vivienda cercana. Sabíamos que tenían tecnología para la lectura de movimientos y el rastreo. Solos; se habían encargado de todos los zombies y nos llegó la noticia de que los pocos remanentes de la humanidad, también estaban siendo cazados.

Contemplábamos la teoría de que el ruido que emitían con las naves, lo hacían para llamar la atención de los zombies; sin embargo, hasta ahora, no habíamos encontrado señal de más sobrevivientes cercanos. Creíamos que el área estaba limpia; y si nos buscaban, no estaban haciendo un buen trabajo avisándonos de su llegada, o talvez, querían asegurarse de que el lugar estuviera limpio de zombies antes de aterrizar, porque le temían al virus zombie.

De lo que sí estábamos seguros, era que no queríamos que nos encontraran antes de estar bien abastecidos y armados.

La historia de Stefano aún resonaba en mi mente. No nos acompañó en ésta misión, porque sus habilidades en medicina fueron más precisos en otras actividades que en las nuestras.

El equipo de reconocimiento mantenía la guardia mientras extracción reunía lo que podía. No queríamos sorpresas. En total, éramos diez. 

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