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Me recosté de su espalda. Llegamos a su casa cuanto antes.

Entramos con cuidado. Bajé al sótano a contemplar en el espejo el nuevo tatuaje que me había hecho.

— ¿Puedo?— Richard entra a la habitación.

— ¿Para qué preguntas si ya estás dentro?— bromeé.

— Tan chistosa que eres— rodó los ojos.

Yo solo lo miré y nunca dejaba esa mirada de picarón.

— Nos quedan 5 días— se acercó a mí—. ¿Ya pensaste en como sorprenderme para nuestra cita?

— ¿De qué estás hablando Richard?

— Para tu primera vez— me toma de la blusa con la intención de quitarmela y se acerca a mi oído—. Conmigo, nena.

— Ya te dije— me alejo de él—. No lo haré.

— Ese día haré lo que sea. Recuerda que vas a ser mi pareja en el baile de fin de año.

— Iremos a ese baile si completamos el trabajo final de Biología que, por tu culpa ni hemos empezado.

— El trabajo va a hacerse solo, así que tranquila. Ahora, lo que debemos hacer es disfrutar del momento, tú y yo.

— ¿Con qué me vas a salir ahora Richard?

— Te tengo una sorpresa— me guiña el ojo.

— ¿A dónde quieres que me haga otro tatuaje?— burlé—. Mira que todavía tengo ese maldito dolor. Creo que jamás en mi vida volveré a hacerme un tatuaje.

— Ya no me interesa. Tienes mi nombre en tu piel y no creas que te pediré más prueba de amor... No por ahora.

— Deja ya de abusar de mí.

— Mejor vámonos y así te doy tu sorpresa querida.

— De acuerdo— rodé los ojos.

Nos fuimos en su motorcicleta.

Me llevó a un residencial cercano a su casa. Donde habían muchos apartamentos.

— Llegamos— el apaga su motocicleta y  yo me abajo.

— ¿Para qué me trajiste aquí Richard?

— Vamos.

Nos dirigimos a uno de los apartamentos. Subimos a un tercer piso. Richard sacó unas llaves de su bolsillo y abrió la puerta.

Entramos al pequeño apartamento. Estaba todo amueblado, era pequeño pero coqueto. Muy sencillo y cómodo.

— ¿Te gusta?— puso cara de emocionado—. Esta de ahora en adelante va a ser tu casa.

— ¿Cómo? ¡No Richard!— quedé algo sorprendida.

— No vayas a rechazar este hermoso regalo. La compré para ti. Y no es que te ande echando de la casa, sino que no vas a estar todo el tiempo en un sótano, también necesitas respirar.

— Richard, yo no puedo aceptar algo así. ¿De dónde sacaste el dinero para comprar esto y amueblarlo?

— De un dinero que llevaba ahorrando por años para una ocasión esperada..., pero tranquila, mis padres van a cubrirme todos los gastos. Al menos sé que gasté todos mis ahorros en alguien importante para mí.

— Ni siquiera me conoces bien. Todavía no puedes decir que soy alguien importante para ti.

— Malena— él toma mi mano derecha y la coloca en el pecho suyo—. El corazón nunca antes me había latido así estando cerca de una chica.

— Mientes— dije cortante.

— Si no me quieres creer, está bien, lo entiendo. Pero yo estoy seguro de lo que te estoy diciendo, y si tengo que luchar por esto lo haré. Aunque me cueste mucho entender que me estoy enamorando de alguien por primera vez.

— Richard por favor no digas bobadas.

— No son bobadas Malena, no lo son. Al menos acepta este regalo, mira que lo hice con mucho amor.

— ¿Y por qué no puedo seguir quedándome en tu casa?

— En el único lugar que puedes dormir es en el sótano y yo no quiero eso para ti. Quiero que estés cómoda, que tengas tu propio espacio y esta fue la única idea que se me ocurrió.

— Me da mucha vergüenza venir a vivir acá, cuando deberías venir tú.

— Si quieres nos casamos y vengo a vivir contigo.

— No seas payaso.

— ¿Vamos a la casa? Y así descansas un rato y si quieres te ayudo a empacar— pone cara de serio.

Joder, al parecer sí tengo que mudarme en esta casa.

— ¿Puedo quedarme en tu casa esta noche?— pedí.

Él solo asiente.

— Vamos.

Salimos directo a su casa.

Bajé al sótano y empecé a empacar mis cosas. Hoy había sido un día bastante corto y abrumador.

Me puse desinfectante en el tatuaje, tengo que tener cuidado con eso. Odio ver parte de mi piel rayada. No sé ni en qué pensaba cuando me lo hice.

— Malena— volteo y observo a Richard en bóxer y una bandeja con un sándwich y un vaso de leche—. Te traje algo de comer.

Puso la bandeja en una mesita y se acercó a mí.

— Te ves hermosa— se muerde su labio inferior al observar mis piernas—. Juro que cuando te haga mía voy a disfrutar mucho.

— Sigue soñando Camacho— reí.

— Veamos— me tomó bruscamente de la cintura y me acercó a él, rozando su entre pierna entre mi parte.

Besa mi cuello dando suaves mordiscos. Me tira en la cama y se sube encima de mí.

— ¡Richard, ya bajate!— el apretó mis manos y besaba mis labios.

Metió una mano por debajo de mi blusa y acariciaba mi seno.

Estaba provocando una sensación rara en mí, una sensación de deseo. Ya estaba en el punto que quería que siguiera.

— Bueno— el se abajó dejándome con las ganas—. Nos vemos mañana.

Él notó mi cara de decepción.

— Si quieres que se termine lo que se empezó hoy— se acercó a mí—, en tu nuevo apartamento, después de la fiesta.

— Sí quiero— respondí rápidamente.

— Ok— me guiñó un ojo.

Antes de Todo |Richard Camacho|Donde viven las historias. Descúbrelo ahora