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— ¡Felicidades a los reyes!— todos celebraban.

Nos pusieron la corona. Nos trataron como a reyes, nos dieron comida, ponche, nos sentaron en una mesa especial que tenían preparado para los reyes.

Jamás me imaginé algo así.

— ¿Te acuerdas lo que planeamos para después de la fiesta?— Richard sonríe picaramente—. Traje el condón.

Yo sonreí. Estaba nerviosa por lo que vendría después. Tanto que desearía que la fiesta no se acabara nunca.

— Va a ser lindo te lo prometo— me beso la mano.

— Espero.

Ya estaba harta de ver a todo el mundo bailar las mismas canciones. Estaba harta de que me atendieran como a una reina; grupos de hipócritas, se encargaron de arruinarte la vida todo el año y ahora en la graduación quieren hacerse todos tus amigos.

Esperamos casi hasta las 2 de la mañana hasta que se fueran todos.

— Te llevaré a casa— Richard encendió la moto.

Me subí en la cola y me llevó a casa super rápido. Llegamos en menos tiempo de lo esperado. Richard guardó la moto en el garaje y subió conmigo al departamento.

Se quitó el saco y lo dejó en el mueble incluyendo los zapatos. Le seguí la corriente y me quité los zapatos, solo los zapatos.

— ¿Quieres tomar algo?— se acercó a mí—. Para celebrar.

— Podemos celebrar haciendo otras cosas— le coqueteo.

— Vamos a la habitación, hay algo que quiero mostrarte— me tomó del brazo y me llevó corriendo a la habitación—. Ves este lugar— señaló—. Es donde Richard Camacho te hará suya.

— ¿Ah, sí?— crucé mis brazos al rededor de su cuello. El metió su mano por debajo del vestido y acariciaba mi pierna.

— Así cuando me veas famoso te acuerdes que ese galán una vez te hizo suya.

Me quitó uno de los tiros del vestido, yo lo miré tímida, sentía miedo de que me vieran desnuda. Él se quitó la camisa y lució su sexy cuerpo. Solté la vergüenza y me quité el vestido, no traía sostén así que fue más incómodo dejar mis pechos al aire.

— Son hermosos— Richard se acercó a mí y me tomó de la cintura.

— Gracias— sonreí.

Seguía besando mi cuerpo. Sentía una extraña sensación. Daba leves caricias en mi abdomen mientras la besaba. Comenzaba a sentir la temperatura elevarse y un fuerte hormigueo en la parte baja de mí vientre por el constante roce entre nuestros sexos; deseaba que el moreno sobre mí me volviera suya.

— Richard— susurré entre el beso presuroso—. Hazme tuya, ahora.

— ¿Segura, pulguita?— preguntó  mirándome con amor y deseo en sus ojos.

Rodé los ojos cuando este acarició con suavidad su mejilla, esta vez, me giré sobre su cuerpo dejando a Richard debajo atrapando sus labios de nuevo.

— Lo haces muy bien— mordió mis labios.

Se giró dejándome abajo; colocó mis manos al rededor de mí cabeza y las apretó con las suyas.

Se quitó su bóxer y dejó su miembro al aire. Me quitó la braga y se mordió los labios al verme totalmente desnuda.

Metió uno de sus dedos en mi entrepierna, hizo que me estremeciera. Luego entró otro, fue bastante doloroso pero a la vez placentero. Incluso cuando entró un tercer dedo y se movía dentro de mí.

— Ya— gemí—. Te quiero ya.

Richard sacó sus dedos de mí y le dio un pequeño beso a mi parte. Colocó mis piernas al rededor de su cintura. Seguía basándome pero no entraba su miembro en mí.

— ¿Pasa algo Richard?

— Lo siento— se levantó y se estaba poniendo ropa—. No puedo hacerlo, lo siento.

— ¿Es por mí? ¿Hice algo mal?— me sentí totalmente incómoda, estaba a punto de llorar.

— No tienes nada que ver Malena. El problema soy yo.

— ¿Te doy asco?— empecé a llorar—. ¿Es eso? Dime la verdad, maldición Richard.

— Malena mi amor, no me das asco, para nada. El problema acá soy yo, yo no quiero hacerte daño. Malena— me toma de las manos—. Quiero que tú primera vez sea linda y con alguien a quien ames. No quiero que pierdas tu virginidad con alguien como yo, alguien que tal vez no vuelvas a ver. Y tal vez eso te cause dolor. Y yo solo quiero verte sonreír, ¿entiendes?

— Entiendo— asentí.

— Malena. Es porque te quiero, sabes.

— Vete— seguía llorando—. Richard, por favor vete, no te quiero ver más.

— Perdón Malena. Perdón.

Terminó de vestirse y salió de la habitación. Cubrí mi cuerpo desnudo y lloré desconsoladamente. Al final todos me rechazan.

Sé que Richard quiere lo mejor para mí y tuvo razón con lo que dijo, pero dolió mucho como sucedió todo. Espero algún día poder perdonarlo.

Antes de Todo |Richard Camacho|Donde viven las historias. Descúbrelo ahora