Desastre absoluto

666 61 38
                                    

Era un bonito sábado, cálido, tranquilo, sin debe...un momento...ningún día es tranquilo cuando se tiene que estudiar ¡Rayos!

Bakugo yacía en su cama dormido cómodamente, anoche se durmió demasiado tarde estudiando, quedando dormido con su libro de química en la mano y totalmente destapado ¿quién dijo que estudiar no cansa?

Dormía con suma tranquilidad, teniendo un sueño sumamente extraño.

Sueño de Bakugo

El rubio se encontraba en la nada, totalmente desnudo, ¿qué sucedía? ¿Por qué no tenía ropa? ¿Por qué estaba solo? ¿Por qué sentía tanto frío?

Un sinfín de preguntas inundaba su mente, ¿era un sueño? Claro que era un sueño, ¿pero qué clase de sueño?

De pronto una pequeña luz comenzó a aparecer frente al rubio, haciéndose poco a poco más grande, tomando una forma, forma humana, que raro.

Pero en cuanto esa luz tomó forma, Bakugo abrió los ojos con sorpresa.

Era...

Era Momo...

La pelinegra sonreía con dulzura, ella también estaba totalmente desnuda.

El rubio no tardó en sonrojarse, él no era ningún pervertido ¿por qué rayos soñaba a Momo desnuda?

En eso Momo dirige su mirada hacia Bakugo quien se quedó helado, ella seguía sonriendo, pero de una manera triste, de una manera en la que hizo sentir extraño a Bakugo, como...

Como si le pudiera que estuviera con ella, como si le pidiera que no la deje sola.

— ¿Por qué? ¿Por qué...me miras así? ¿Aún estás triste mandona?

Momo no respondió, sólo asintió.

Sin quitarle la mirada de encima al rubio, Momo comenzó a acercarse a él, Bakugo quería retroceder pero su cuerpo no reaccionaba.

Momo alzó los brazos, decidida a abrazar a Bakugo.

Oh no, esto es definitivamente peligroso.

— ¡No tenemos ropa! ¡No te acerques!

Pero Momo continuó caminando, hasta por fin atrapar al rubio en un tierno abrazo, juntando sus cuerpos desnudos sintiendo la calidez del otro.

El corazón de Bakugo latía demasiado rápido, sentir la piel de Momo era algo imposible de describir.

— ¿Por qué me torturas así? —preguntó Bakugo en un susurro.

Momo hizo más fuerte el abrazo.

—De verdad no quiero lastimarte...es sólo que...contigo me siento más...completa, perdóname—respondió por fin la pelinegra.

Su voz se notaba débil, claramente hasta en sus sueños ella no podía evitar estar triste.

Esto era más fuerte que él, incluso si luchara para no abrazarla, era débil, correspondió su abrazo, dejándose de preocupar de que ambos estén desnudos.

—Hasta en mis sueños debo consolarte, realmente eres un caso perdido mandona—dijo Bakugo haciendo más fuerte el abrazo.

—Gracias—agradeció Momo.

Nada es lo que parece / TodoMomoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora