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Somos mucho más
de lo que las personas
nos hacen creer
Avenida 749

Mía estaba muy nerviosa, tenía delante de ella a Adrien sin camiseta, se estaba secando el cuerpo, y con medio traje de neopreno quitado.

-Hace un poco de frío, ¿cómo es que estás haciendo surf?

-Bueno, en Australia hacía surf y no quería cambiar las costumbres.

-Deberías de no hacerlo en este tipo de días- recomendó ella de forma tierna.

-La verdad es que tienes razón, hace frío. Vamos, te invito algo en mi casa.

Tragó saliva muy fuerte, ¿ahora estarían solos en su casa?

-No hace falta.

-Que sí mujer, te invito y no acepto un no por respuesta.

Mía suspiró, ese hombre no se daba por vencido.

-De acuerdo, no me opondré. Por cierto, deberías de quitarte ese traje, está mojado y podrías ponerte enfermo.

-Bien pensado.

Él comenzó a bajarse el traje, lo que provocó que Mía se diese la vuelta y se tapase los ojos, estaba muy colorada.

-¡Aquí no, so burro! Decía en un vestuario.

Él rió a carcajadas y cogió su ropa de la mochila que trajo consigo.

-Tranquila, que puedes mirar.

-¿Seguro?

-Hay que ver con estas estadounidenses, como son.

-Hay que ver este australiano quitándose la ropa en medio de toda la playa.

Él se rió a carcajadas de nuevo, cogió sus cosas y se dirigió a un vestuario, mientras, Mía le esperaba fuera, sentada en un banco, aprovechando para quitarse la arena de los pies y ponerse las zapatillas.

Él salió después de un rato, Adrien la miró, Mía estaba sentada en el banco con su móvil entre las manos.

-Eres de las pocas estadounidenses que no tienen un Iphone como móvil.

-Prefiero los Huawei, ¿cómo es que has tardado tanto?

-Bueno, tenía que hacer una cosa...- respondió nervioso.

¿Qué cosa podría haber estado haciendo dentro de un vestuario a parte de vestirse? Esa era la pregunta que rondaba por su cabeza.

Iba a preguntárselo, pero él la acalló poniendo un dedo sobre sus labios.

-No preguntes, preciosa. Un día te lo diré, pero no hoy.

Mía se quedó extrañada, deseaba saber que había hecho, pero al ver su reacción sabía que ella no se lo diría ni preguntándoselo un millón de veces.

-¿Has traído coche?

-No, vine caminando.

-Bien, yo tengo el mío cerca.

El coche de él era azul oscuro, un Audi.

Adrien abrió el maletero y dejó dentro su tabla de surf, que era blanca con los lados de color azul, y su mochila.

Mía se sentó en el asiento del copiloto y él condujo hasta su casa. Se encontraba cerca de Santa Mónica.

-¿Vives a 20 minutos del centro de los Ángeles? Te tomaba por alguien que viviría en Malibú.

-Pues sí, me gusta este lugar, ¿y tú?

-En Venice Beach.

Llegaron a su casa, era un chalet grande con piscina en la parte trasera. La fachada era blanca y tenía dos plantas.

-¿Cómo te puede dar tu sueldo para tanto? Es el mismo que el mío y no me da para esto.

-Mi familia es rica, heredé una fortuna de mi abuelo.

-Vaya, normal que puedas permitirte esto.

Entraron y a Mía le dio la sensación de estar en Australia por el diseño.

-Siéntate en el sofá, me voy a duchar, no tardo, ¿vale?

-¿Dónde puedo dejar la chaqueta? Hace calor aquí.

Mía se quitó la chaqueta, quedándose con el cortísimo top solamente de parte de arriba.

-Eh, en el sofá si quieres... Bueno, voy a ducharme...

-No te preocupes, haz lo que tengas que hacer- sonrió ella.

-Necesito una buena ducha fría- susurró él y subió corriendo las escaleras.

Mía se levantó del sofá y comenzó a ojear el salón con curiosidad, tenía varios cuadros de fotos, de él cuando era pequeño, haciendo surf en la playa, con sus amigos australianos.... También tenía colgadas varias medallas e incluso trofeos.

-¿Te gusta mi colección?

Ella se asustó y volteó a verlo, llevaba solamente unos pantalones negros deportivos cortos y unas chanclas. ¿Tan poco había tardado?

-Siento asustarte, por cierto, no te importa que vaya sin camiseta por la casa, ¿verdad?

Cualquier mujer tendría la boca hecha agua al tenerlo semidesnudo delante, Mía no iba a ser de menos, por supuesto, e intentaba por todos los medios posibles que Adrien no notase su nerviosismo.

-No, claro que no- sonrió nerviosa.

-Genial- él se sentó a su lado y cogió su móvil.

-¿Quieres algo?- preguntó él.

-A ti- estuvo a punto de decir, pero tenía miedo de su reacción.

-Un vaso de agua, por favor.

Mientras él iba a ls cocina, ella se deshizo la coleta y poder peinarse con los dedos, optó finalmente por dejarse el pelo suelto.

Adrien trajo un vaso de agua y ella se lo bebió súbitamente, de un trago. Tenía la boca seca.

-Que rápida, ¿quieres más?

-No gracias, así está bien- dejó el vaso encima de la mesa baja de cristal que tenía enfrente.

-¿Por qué te has quitado la coleta?

Esa pregunta la dejó extrañada, ¿por qué le preguntaba eso?

-Pues porque me apetecía tenerlo suelto- respondió ella despacio.

No iba a decirle que se la había quitado porque quería estar más presentable y guapa.

-Estás más sexy con ella- respondió él y ella se quedó helada.

-¿Qué?

Querido profesor de gimnasiaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora