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Y cuando un par de ojos
te atrapan,
por más que te esfuerces
por salir de su encanto,
no podrás hacerlo.
Avenida 749

-¿Pasa algo, Mía?

-Eres demasiado atractivo- dijo sin pensar, jamás se le hubiera ocurrido decirle eso, el efecto del alcohol.

-Y tú me provocas demasiado.

Ella sonrió pícaramente, se acercó a él y le dio un beso, uno cargado de mucha pasión.

-Eres preciosa- jadeó él entre beso y beso- y no sabes como me pones desde aquel día que te vi por primera vez junto a Amy.

Mía levantó la cabeza sorprendida y Adrien la miró confuso.

-¿Perdona? ¡Me dijiste que no te acordabas de mi nombre ni si quiera!- replicó ella.

-¿Cómo voy a olvidar tu nombre, melona? Aunque hablando de melones, vaya los que tienes aquí, estoy deseando quitarte la ropa...

-¡Adrien!- gritó ella sonrojada, que mente más sucia tenía.

-¿Qué? ¡Soy sincero! Además, no solo me he fijado en tu físico, que dejame decirte que ¡guau y tres veces guau! Pero me encanta como eres, te he visto como tratas a los alumnos, como eres delante de todos y la verdad es que me ha encantado lo que he visto, tanto por dentro como por fuera, Mía.

Ella se sonrojó sin saber muy bien que decir, sus palabras, que por cierto fueron muy profundas, la dejaron sin habla y tratando de maquinar en su cabeza una respuesta.

-Me alegra saber que no eres superficial, no me gustan los chicos así, las personas no solamente tenemos el exterior, también interior y aprecio mucho a la gente que valora ambas en cosas.

Ambos sonrieron y se volvieron a besar, esta vez, fue Adrien quien interrumpió ese momento, tan perfecto para Mía, con una cosa que vagaba por su cabeza.

-Yo te he dicho cuando me empezaste a gustar, pero tú no me has dicho cuando te comencé a atraer, cuéntamelo.

-Bueno, digamos que desde que te vi por primera vez. Ibas guapísimo ese día la verdad. A diferencia de las demás profesoras y alumnas, me quise fijar como eras de personalidad, pero la verdad es que no te abrías mucho a los demás y siempre vas a lo tuyo, con lo que muy bien no te conozco.

-Ya me has conocido ahora, ¿qué tal voy por ahora?

-A parte de tener una mente muy sucia, vas bien por ahora.

-Tendré que mejorar, dime, ¿qué puede hacer para agradarla más, mi querida profesora Davis?

-Pues mi querido profesor de gimnasia, podrías besarme y como ambos queremos, me podrías llevar a tu cama, y me podrías hacer el amor, ¿qué te parece?

-Deseo concedido preciosa. Y para que veas, te cargaré como a una reina.

Mía se echó a reír y miró a los ojos azules de él deseosa de hacerle una pregunta.

-¿A todas les haces esto?

-¿Hacer el qué? ¿A qué te refieres?- preguntó Adrien mientras acariciaba la zona de la clavícula izquierda de Mía, provocando que ella se estremeciera dada la forma en la que él lo hacía.

-Ya sabes, conquistarlas y llevartelas a las cama.

-No, la única mujer con la que he estado desde que llegué desde Australia es contigo.

-¿Y en Melbourne?

-La última vez que estuve con alguien fue con una novia que tuve, acabamos muy mal la verdad, mañana te contaré todo lo que quieras saber sobre mí, ahora lo único que quieres es perderme en ti.

-Espera- le frenó a centímetros de su boca- prométeme que esta no será la última vez y que no seremos un rollo de una noche.

-Te lo prometo, además yo deseo que duremos más así, de verdad, Mía.

Al escuchar sus palabras, una sensación de alegría, mezclada con felicidad y alivio, inundó el pecho de Mía, haciendo que en su rostro apareciera una sonrisa que difícilmente podría ser borrada en ese momento.

Querido profesor de gimnasiaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora