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Si el mundo fuera blanco y negro
lo que más extrañaría sería
el color de sus ojos
Avenida 749

Era un beso cargado de pasión, sobre todo por parte de Adrien, que le volvía loco Mía, adoraba todo de ella, su forma de ser, su pelo, sus ojos, su sonrisa... ¡Todo!

La cosa iba a empezar a subirse de tono cuando el timbre sonó.

-Ya voy yo- dijo Adrien con voz ronca.

-No, mejor voy yo. No creo que estés en buenas condiciones para que te vean.

Adrien se quitó de en medio y Mía salió de debajo de él para ir hacia la puerta.

Por el camino, Mía intentaba procesar todo lo que pasaba, ¿era ella a quien se refería cuando Adrien hablaba por teléfono? En un momento sintió un leve mareo, por suerte la pared estaba en frente y se apoyó en ella.

Abrió la puerta y vio al pizzero con dos cajas de pizza en la mano.

-Buenas noches preciosa, la pepperoni y la carbonara.

-Oh, sí. ¿Cuánto es?

-16$, por favor- el pizzero le guiñó un ojo mientras le respondía, el problema fue que al estar un poco borracha, se reía por todo y el pizzero se creía que ella le seguía el juego.

-Adrien, ¿tienes un dólar suelto?

-Claro, mi amor, ahora te lo doy.

¿Mi amor? ¿Qué estaba diciendo Adrien? Cuando él estuvo a su lado, ella lo miró confusa por sus palabras.

-Bien gracias, es eso. Muchas gracias por comprar en la Mamma Bella, hasta la próxima.

Adrien cerró la puerta mientras murmuró:

-No creo que haya otra próxima vez.

Mía, sin saber porqué se echó a reír.

-¿Qué chiste he contado?

-Ojalá supiera porque me rio tanto.

Fueron al sofá y ambos comieron mientras veían la televisión.

Mía pensó que así parecían una pareja que convivía juntos desde hace mucho tiempo, pero la realidad era distinta, ¿qué eran ellos ahora exactamente?

-Y... Dime... ¿tienes novia o algo parecido?

-Mía, te he besado antes, ¿cómo voy a estar con alguien?

-Se llama poner los cuernos.

-Ni hablar, no haría eso jamás. No quiero ni novia.

Ella se quedó boquiabierta, y lo disimuló bebiendo un trago de su vaso de agua.

-¿Por qué no?

-Prefiero no atarme a nadie ahora, quiero vivir mi vida.

-Esto, Adrien... No puedo estar con alguien como algo más pero sin llegar a ser novios y que al mismo tiempo se tire a cinco más, no puedo hacerlo.

-No voy a estar con ninguna más que no sea contigo, no soy un mujeriego, Mía.

Ambos siguieron comiendo en silencio y cuando terminaron, entre los dos limpiaron todo.

-Son las dos, que tarde, ¿me llevas a casa?

-Quédate a dormir conmigo.

-¿Cómo?

-Hazlo.

Él la acorraló y empezó a besarla.

-Por favor- pidió él mientras bajaba por su cuello y le daba besos en esa parte.

-Si me lo pides así, no me niego desde luego.

Él la volvió a besar, mientras Adrien acariciaba la cadera de ella con una mano y la otra su espalda desnuda.

Mía se volvió loca, le deseaba y muchísimo, no podía engañarse a sí misma, pero necesitaba saber que sentía exactamente Adrien hacia ella, el porqué de todo lo que estaba pensando entre ellos, los besos que le daba con pasión que parecía que solamente quería meterse entre sus piernas y marcharse para no volverla hablar tras lo ocurrido.

No iba a permitir que él jugara con sus sentimientos, aunque fuera guapo y estaba como un cañón, ella se valoraba a sí misma y no iba a permitir aquello. No era ella así.

-Adrien- dijo entre besos.

-Mía- gimió él.

-Adrien, tenemos que hablar- él le seguía besando sin parar.

-Deja las palabras para otro momento, Mía, disfruta del momento- su boca bajó hasta su cuello.

-No, tengo que hablar contigo ahora mismo.

Como Adrien no paraba, Mía optó por empujarlo para hacer que parara.

-Te he dicho que quería hablar contigo- dijo con un tono enfadado.

-Habla- suspiró él llevándose las manos a las caderas.

-¿Por qué haces esto?

-¿Hacer el qué?

-Ya sabes- ella bajó la mirada y después sus ojos se perdieron en el azul de sus ojos- besarnos y tal.

-Mira Mía, no te puedo engañar, me gustas.

¿En serio estaba pasando eso? ¿Adrien le estaba diciendo que a él le gustaba? No se lo podía creer en ese momento.

Querido profesor de gimnasiaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora