Hacer el amor no tiene
gran complicación.
Lo que realmente es
difícil es deshacerlo.
Avenida 749-Entonces...- susurró él- ¿qué has decidido?
-¿Tú que crees?
-¿Que me dirás que sí?- preguntó él temoroso.
-Crees bien. No me falles, por favor.
-No lo haré Mía, te lo prometo.
Él la volvió a besar apasionadamente, poniendo las manos en las caderas de ella.
Ella gimió cuando las manos de él bajaron progresiva y lentamente hacia su culo, lo apretó y lo subió un poco.
-Será, mejor que vayamos a mi cama- jadeó Adrien.
Ella asintió y se levantó del sofá, estaba ansiosa por estar con él, pero a la vez no quería bajar la guardia por si acaso.
Adrien se levantó, cogió la muñeca de Mía y la arrastró hacia su cuarto. Estaba en la planta de arriba, por lo que subieron las escaleras practicamente, en realidad Adrien iba casi corriendo por lo que arrastraba a Mía consigo.
Llegaron a su habitación, Mía pudo ver como era por unos segundos, ya que Adrien volvió a atacarla con más besos mientras le quitaba los pantalones.
La habitación era de color azul mar, había muchas fotos puesta en una pared, debajo tenía una cómoda que tenía muchas cosas encima. Al lado se ubicaba un espejo enorme de cuerpo entero.
La cama se encontraba justo en frente, tenía las sábanas blancas y encima había varios cojines.
A la derecha, se encontraba la ventana, la luna les envolvía con su tenue luz mientras que de fondo escuchó el mar.
Adrien cogió a Mía y la depositó suavemente encima de su cama, se quitó la camiseta y ella no pudo contener las ganas de acariciar ese cuerpo tan bien trabajado.
Adrien se despertó temprano, había dormido poco ya que estuvo hasta las tantas despierto con Mía.
Vio que entre sus brazos tenía a Mía, ella dormía plácidamente apoyada en el cuerpo de Adrien.
Estaba agotada por las tantas horas que estuvo con Adrien. Se sentía feliz por estar con él.
Se despegó de Mía con cuidado, se puso algo por encima, puesto que estaba desnudo y sus vecinos podrían verle, y bajó la persiana para que la luz no la molestase.
Volvió a la cama con ella y examinó su rostro. Jamás había sentido tal atracción por alguien y deseaba no enamorarse por ahora, no quería que nadie le lastimase. Podía parecer que era el típico chico que no quiere novia y que va de flor en flor, pero él no era así.
Apreciaba la dignidad de la mujer y ni se lo ocurriría utilizarla como un objeto, él se centraba en una y cuando se desinteresase, se lo explicaba y lo dejaba. Siempre sus líos no eran solamente de una noche ni de dos, normalmente semanas e incluso meses.
Volvió a quedarse dormido, acurrucado en Mía y a su vez ella en él, era una mezcla perfecta.
Tres horas después, Mía abrió sus ojos. Tanteó la mesilla que había al lado y cogió su móvil para ver que hora era. Las 11 y media. Vio a Adrien y no puedo reprimir la sonrisa que se dibujó en su rostro, ninguna goma podría borrarla.
Él se movió un poco, estaba durmiendo boca abajo, se incorporó un poco y giró su cabeza para ver a una Mía despierta y con el pelo un poco desparramado a causa de todo lo que hicieron anoche, la pregunta era, ¿qué no hicieron?
-Buenos días, preciosa.
-Buenos días, guapo.
Ambos sonrieron y él se levantó un poco más para darle un casto beso en los labios de ella.
-Explícame porque tú tienes ropa y yo estoy desnuda- dijo ella tras mirar debajo de las sábanas.
-Bueno, me he despertado antes que tú, vi la persiana subida y decidí bajarla para que a mi preciosa no le diese la luz y la molestase.
-Oh, que caballeroso, me has conmovido- se burló ella llevándose una mano al pecho y haciéndose pasar por una adolescente sonrojada.
-¿Otro punto a favor para mí? Te gustan los hombres que se preocupan por ti, ¿verdad?
-¿Aún sigues con eso? ¡Por Dios! Anoche me dijiste que si con lo bien que lo hacías ya lo añadías a las cosas que te parecían buenas de ti.
-Hazme memoria, ¿qué dijiste?
-No me acuerdo- mintió ella para evadir la respuesta.
-No te creo, dilo o te lo saco.
-¿Cómo vas a hacer para sacármelo?- preguntó ella curiosa.
-Torturándote con el sexo.
Ella rodeó los ojos, ¿él no se cansaba?
-¿En serio?
-Y tan en serio, es más, podría comenzar ahora mismo, fíjate.
-Haz lo que quieras, aunque en vez de torturarte prefiero hacerlo, querido- contestó Mía con voz ronca
-Interesante propuesta, dime la respuesta y haremos lo que tú quieras.
-No.
-Bien, tú pierdes. Voy a ducharme, vístete y espérame en la cocina para desayunar juntos.
-Está bien, está bien. Sí me gustó, ¿vale? ¿Feliz?
-Contigo sí lo soy- respondió sin pensar.
ESTÁS LEYENDO
Querido profesor de gimnasia
Romance¿Quién dijo que el amor entre profesores era imposible? Mía, profesora de historia en el Instituto Northland, conoce al nuevo profesor de educación física, Adrien, un chico deportivo y atleta que robará el corazón de ella en un instante.