Capítulo 11 - "Cerca del cielo"

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Capítulo once.

–No puedo creerlo, no puedo creerlo–dijo ____ alzando los brazos, disfrutando el aire frío que llegaba hacia nosotros.

–Créelo. Estamos casi tocando el cielo…–le dije en el oído y le planté un beso en la mejilla.

–Es muy lindo. Jamás había venido aquí–ella sonrió, volteando hacia mí.

Había escogido el lugar perfecto “cerca del cielo”. De pequeño iba de excursión con los niños de mi curso hasta la cima de la montaña, donde siempre daba el sol y el clima era verdaderamente confortable.

–Era un boy scout…–farfullé sin darme cuenta de lo que decía.

–¡Por dios! ¿En serio? –se rio y me pegó ligeramente en el hombro.

–No puedo creer que haya dicho eso–me tapé la cara, riendo.

–Qué lindo… es bueno conocer ese lado de ti, Kendall.

–¿Lindo? Es una vergüenza.

–Para nada. Mi hermano también era boy scout.

Esa maldita palabra. “Hermano”, eso era lo que arruinaba todo con ____. No podíamos ser familiares… No justo cuando había encontrado a una chica perfecta para mí.

–¿Dije algo malo? –preguntó, tocándome el brazo.

–No. Tú nada… Este lugar me trae recuerdos–mentí.

–Deberían ser buenos recuerdos.

–Deberían–pasé mi brazo por sus hombros y empezamos a caminar por el césped, que apenas comenzaba a tomar un color amarillento.

Así podría pasarme toda la tarde. El aroma que ella despedía me hacía querer estar cerca de ella todo el tiempo. A mi lado. Aparte de todo, su presencia. Amaba estar con ella, aunque llevábamos muy poco tiempo de conocernos. Sentía que con ella yo podía cambiar, no solo mi personalidad, sino también mis actitudes con mi familia y mis amigos. A dejar de pensar que Logan, James y Carlos eran solamente mis perritos falderos y empezar a darme cuenta de que son como mi segunda familia… Y aprender a valorar a las personas que, sin ser de mi sangre, me cuidaron la mayor parte de mi vida.

–Ya caminamos bastante–dijo ella, sacándome de mis pensamientos.

–Sí–murmuré–. Deberíamos… volver.

–Tengo algo que te gustará demasiado. En mi casa. Vamos, ¿sí? Te encantará–dijo sonriendo.

–Me parece bien–tomé su mano y la llevé corriendo hacia el auto.

Cuando ya estábamos a punto de llegar, ella tropezó y caímos sobre el cofre. Yo quedaba justo debajo de ella.

–Perdona–me sonrió y trató de levantarse, pero la agarré por la cintura.

–Espera–le quité un mechón de cabello que tenía sobre la frente y besé su mejilla, después pasé hasta sus labios y me detuve a unos milímetros–. Espera otra vez–me reí y la besé delicadamente.

Ella me respondió justo como yo quería que lo hiciera. Cuando terminamos de besarnos, ella sonrió y puso la cabeza sobre mi pecho.

–¿Qué pasa? –pregunté.

–Esto es demasiado lindo.

–Más que tú lo veo imposible–le dije y la ayudé a que se levantara–. Vamos a casa.

Ella entró al auto antes que yo. Lo encendí y fuimos montaña abajo. Era como la primera vez que íbamos a los bolos: baches y más baches. Ella reía, y pensé que recordaba, al igual que yo, la idea del boliche.

Aparqué en frente de su casa y ella bajó, emocionada, y con una enorme sonrisa dibujada en su hermoso rostro.

–¡Vamos! –exclamó, y aceleré el paso hacia ella.

Abrió el garaje y lo primero que vi, fue un auto. Pero no cualquiera… era un Corvette rojo, último modelo. Estaba estacionado ahí, y parecía que jamás había sido usado.

–¿Es tuyo?

–Sí–respondió–. Mi padre me lo regaló en mi cumpleaños dieciséis.

–¿Tu padre? –era una buena excusa para tener más información.

–Sí. De hecho…. No lo conocí nunca. Mi madre dice que murió cuando apenas había nacido, pero se me sigue haciendo raro que haya comprado un auto último modelo estando muerto, ¿no te parece? –me miró sonriente.

–Claro. Bueno… igual y le dejó un dinero a tu madre para que ella te lo comprara–ella bajó la cabeza y preferí cambiar de tema. –¿Por qué no lo usas, ___?

–No sé conducir.

–Te daré unas clases–le sonreí–. ¿Te parece?

–Claro.

Estuvimos unos minutos dentro del auto… besándonos. Lo admito: fue genial, emocionante… Era como romper las reglas. Me besé con mi hermana. Vaya que era difícil aceptar aquella situación. Después, fuimos a la sala y pusimos una película. Su madre llegó después de una hora, lo cual fue incómodo para mí porque era como hablar con un retrato idéntico a mí.

–Hola, Kendall–me saludó con una sonrisa, mientras dejaba su bolso sobre la mesa.

–Hola, señora… Eh… ____, tengo que irme. ¿Nos vemos el lunes? –le murmuré.

–¿Hasta el lunes?

–Sí. Mañana voy a cenar con mis abuelos y… viven lejos. No podré verte–me encogí de hombros.

–Bueno–ella hizo lo mismo y nos alejó de su madre.

Me llevó hasta la puerta y me sonrió antes de abrirla.

–Diviértete mañana–dijo.

–Lo dudo si no estás conmigo–me reí y la acerqué a mí, agarrando su cintura.

–Nos veremos el lunes.

–Sí–le dije, antes de plantarle un enorme beso en los labios.

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I want you to stay - Kendall Schimdt y Tu * TERMINADA*Donde viven las historias. Descúbrelo ahora