Tensión Sexual.

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Capítulo 5.

Mi vecina se llamaba Melanie Duncan, pero yo siempre me refería a ella como la Sra. Duncan. Ella se había mudado frente a mi casa hace algunos años, trayendo a su poodle consigo: Zurg. Como el juguete de la película de Toy Story, el archienemigo de Buzz. Recuerdo que la primera vez que vi a la señora Duncan, una mujer con pelo rubio blanquecino, piel de pasita y ojos azules como el cielo, lo primero que pensé fue que era hermosa. Y lo pensé porque se veía feliz.

El poodle era otro asunto.

La primera vez que hablé con la señora Duncan, me dijo que su perro se llamaba Zurg porque su nieta había dicho que era igual de malvado. La verdad es que la pequeña no estaba muy lejos de la verdad, pensé en ese momento. Y siempre he sido una firme creyente de que los niños y los borrachos siempre dicen la verdad. Y bueno, hasta yo odiaba al jodido Zurg, a pesar de que era una fiel amante de toda criatura viviente llámese animal.

Así que cuando Zoey me dijo que era bonita, lo primero que pensé fue en la nieta de la Sra. Duncan. Y en cómo había acertado sobre Zurg.

¿Pero cómo podría Zoey creer que yo era bonita?

Esa mañana mi cabello estaba de buenas y lo había dejado suelto, pero aun así seguía teniendo que usar mis lentes redondos al estilo Woody Allen, mis jeans a la cintura, y mi blusa de botones de manga larga. Ah, y para rematar mis tirantes. Sí, claro, toda una Scarlett Johansson.

Por eso cuando Zoey me dijo bonita, así sin más, como si le apeteciese decirlo porque sí, no sabía si tenía más ganas de llorar o de reír.

Todo el día le estuve dando vueltas y vueltas a lo mismo, hasta que Thomas se hartó de verme tan ensimismada en mis pensamientos.

— ¿Ya supiste lo de Wade?—me preguntó tan repentinamente y de forma tan normal que me hizo girar mi rostro en su dirección igual de rápido que si hubiera sido la niña del Exorcista.

— ¿Qué cosa?—odiaba sonar tan desesperada y emocionada después de haber escuchado lo que dijo el día anterior cuando el entrenador le había pedido que me llevase a la enfermería. Mi conciencia me abofeteó internamente. Thomas rió.

—Ah, que de veras estás colgada por ese imbécil.

Le di un manotazo en el brazo.

— ¡Malhablado!

Thomas se rió entre dientes mientras se frotaba el brazo.

—Ya en serio, dime que te pasa. Has estado muy rara.

—No es verdad. —me hice la tonta mientras intentaba apurar el paso a mi siguiente clase, pero las muletas no eran de mucha ayuda.

— ¿Es por el idiota de Wade? ¿Te ha hecho algo?—me preguntó Thomas y juraría que lo vi apretar sus puños. Thomas podrá ser una princesita, y jamás se habrá metido en alguna pelea, pero si se trataba de mí él se convertía en una fiera salvaje.

Intenté no poner cara de boba al pensar en el rostro de Wade. No podía estar más desesperada ni aunque quisiera.

—Algo así. —me limité a decir porque era más sencillo que explicar la verdad.

—Ese idiota mal nacido de Wade…—empezó a escupir mi hermano a mi costado, pero otra voz llamó mi atención al instante.

— ¿Quién es un idiota mal nacido, Thomas?

Juro que podría ser parte de la familia de los búhos si seguía girando mi cuello de ese modo.

Thomas se dio la vuelta, enfrentándose a Wade y a Lucas…

El Rey del Hielo.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora