Capítulo 9.
El día transcurrió asesinamente tranquilo. Todo era completamente usual a mis días, lo cual comenzaba a estresarme sin razón aparente. Bueno, claro que había una razón, y tenía un cabello azabache y un muy mal carácter. Ni siquiera sabía por qué me ponía de éste modo, ¡ni siquiera era mi culpa que él hubiera reaccionado de aquel modo! ¿O sí?
Tal vez no debí invitar a Zoey, apenas la conozco… ¡Pero vamos! ¿Quién se resistiría a esos ojitos inocentes?
¡Y en mi defensa solo intentaba ser amable!
¿Cuál era el maldito problema de Zed?
Lo peor era que, fuese cual fuese su problema, ya no estaba tan confiada de que iría hoy a mi casa. Probablemente terminaría haciendo sola el trabajo como siempre. Porque estaba segura de que Rebecca iría, le había pasado mi dirección por Facebook ayer por la tarde, y hoy me había vuelto a asegurar que iría (con su voz de silbato y su tono despreocupado). Pero estaba casi segura de que llegaría, me ofrecería algo de efectivo para que yo hiciera su parte y se largaría a retocarse la manicura o lo que sea.
Suspiré mientras cerraba mi casillero con frustración. No había vuelto a ver a Wade ni a Zed en todo el día. Bueno, más bien no había vuelto a intercambiar palabras con Wade, porque claro que lo había visto: tragándose con Julie, pero lo había visto.
A veces no sabía a qué demonios estaba jugando Wade: un minuto me habla todo amable y haciendo que casi me desmaye a sus pies, y al siguiente está con Julie comportándose de lo más indiferente conmigo y tachándome de nerd al igual que toda la chusma.
Mientras caminaba por el estacionamiento hacia el auto donde me esperaba mi hermano, un pensamiento me vino a la mente. Tal vez solo sirvo para ahuyentar a los chicos.
O tal vez debería convertirme en una monja solterona con un gato llamado Dorotheo y vistiendo una túnica de esas mientras sirvo al Señor en vista de mi fracaso en el campo masculino.
• • •
Rebecca llegó justo casi después de la escuela, como había predicho, llevando efectivo (y la guía de la señorita Oliver) y ofreciéndomelo a cambio de hacer su parte. Ni siquiera me dio tiempo de acceder o negarme ya que tan rápido como dejó los billetes en mi mano, se largó en su deportivo rosa.
Y en vista de que no pensaba que Zed fuera a venir, coloqué mi guía y la de Rebecca sobre el escritorio de mi habitación al tiempo que encendía mi laptop.
Primero comencé a hacer una presentación en diapositivas con la información que encontraba. Pero primero coloqué la principal pregunta la que se englobaría el tema: ¿Qué era el amor?
Puse desde la perspectiva científica hasta la filosófica, y trataba de colocar lo menor posible para no saturar las diapositivas con la información. Para cuando terminé las primeras ocho diapositivas, leyendo y resumiendo, ya eran las cuatro y media de la tarde.
Me froté la cara intentando relajarme y no pensar que aún me quedaba bastante información que buscar, muchas preguntas por contestar, y mucha paciencia para terminar el trabajo por mi cuenta. El estrés me atacó casi tan rápido de pensar que haría todo esto yo sola que lágrimas de impotencia y frustración comenzaron a caer por mis mejillas. Me limpié la cara con rabia e intenté respirar normalmente.
En ese momento sonó mi teléfono.
Cosa rara ya que nunca lo utilizo y nadie llama nunca, a no ser que sean mis padres y sea alguna emergencia.
Emergencia… ¡EMERGENCIA!
Salté de mi lugar en el escritorio al estilo ninja y tomé mi celular del buró al lado de mi cama en un movimiento estético y rápido.
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El Rey del Hielo.
Fanfiction¿Lily Monroe y Zed Wallet en la misma oración? ¡Já! JAMÁS... ¿Cierto?