Capítulo 31

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Yongguk frunció nuevamente el entrecejo y ladeó la cabeza sin procesar lo que había escuchado, «¿qué diablos?».

—¿Que crees qué?

El castaño resopló el triple de nervioso y caminó hacia su habitación sin saber por qué, solo necesitaba movimiento para sentirse menos tenso. El pelinegro le siguió como una mascota a su dueño.

—¡Qué mierda, Youngjae! —el mencionado dio media vuelta para enfrentarlo y cruzó los brazos para ocultar el temblor de sus manos—. ¿De dónde carajos sacaste esas ideas? ¿Qué quieres decir con que crees que te gusto?

—¡Pues precisamente eso, Yongguk! —replicó el otro igual de exaltado.

—¿Por qué piensas eso? ¿Desde cuándo...? —el pelinegro dejó escapar el aire y se revolvió el cabello. Todo era tan descabellado—. ¿Me estás jodiendo?

—No lo hago —reclamó Youngjae—. Deja de creer que siempre te estoy jodiendo o que te estoy mintiendo, ¡hablo en serio, Yongguk!

—¡Pero es que siempre dices cosas estúpidas, Youngjae!

El mayor se alejó de él y tomó asiento en la cama, cuando el menor le miró interrogante le señaló el colchón para que se ubicara a su lado, Youngjae suspiró y le obedeció. El silencio se plantó sobre ellos y el castaño sintió su estómago pesado y revuelto, le entraron ganas de vomitar lo que no había comido en todo el día hasta quedar seco; pero pronto solo se quiso reír de sí mismo por lo ridículamente nervioso que se encontraba. Aquello no era ni normal. Tomó aire, tratando de tranquilizarse, y luego lo botó con lentitud, analizando la situación. Estaba en su cuarto con su mejor amigo, al cual quería mucho, un día normal con un clima agradable, no había razones para estar tan inquieto. Pero el problema era que acababa de declararle sus sentimientos al mayor, esos que ahora se le antojaban absurdos, y todo se sentía sofocante.

Yongguk se aclaró la garganta antes de tomar la palabra.

—¿Desde cuándo? —inquirió, el contrario le miró sin comprender—. Tus sentimientos, ¿desde cuándo te sientes así?

Youngjae entreabrió la boca y trató de hacer memoria. Lo único que recordaba era el frío de febrero.

—Desde... después de la muerte de mi abuelo —el moreno no le quitaba los ojos de encima, por lo que decidió desviar la vista al suelo y luego a sus manos, jugando con sus dedos en un ataque de histeria—. Cuando regresamos... empecé a sentirme demasiado nervioso cerca de ti, como si quisiera tenerte solo para mí y no compartirte con nadie.

Observó de reojo a su mejor amigo el cual mantenía su ceño fruncido y los labios sellados, concentrado en lo que estaba diciendo.

—L-luego empezaste a ponerte distraído, distante —prosiguió, tragando fuerte al notar que el corazón le martillaba con más fuerza—, y descubrí que era por ese chico, Junhong, y me sentí muy celoso y amenazado al verte con él y-y con eso confirmé mis sentimientos.

Esta vez, Yongguk ladeó la cabeza, el movimiento rápido llamó la atención de su mejor amigo que lo miró fijamente, y bufó.

—¿Y solo por eso crees que te gusto? —profirió el mayor en un tono de burla, como si le pareciera ridículo todo lo que acababa de confesarle. Y tal vez era así.

—B-bueno... y-yo... es —Youngjae balbuceó sin poder evitarlo, el jugueteo con sus manos se volvió inquieto—, e-era molesto ver cómo Junhong te obligaba a hacer ese montón de cosas...

Su mente empezó a llenarse de recuerdos, recuerdos de todas esas veces en las que intentó empujar y levantar a su mejor amigo, llevarlo a salidas, a lugares y eventos que solían gustarle, pero siempre en vano, porque nada parecía regresarle el amor por la vida. Pero entonces aparecía Choi Junhong y lograba todo aquello sin el más mínimo esfuerzo, logrando devolverle el ánimo poco a poco a Yongguk. Aquello le entristecía y enojaba en partes iguales, ¿qué no había hecho él que no fuera suficiente? Juraba que había dado todo lo mejor de sí, había entregado todo para protegerlo y cuidarlo, había incluso dejado de presionarlo para no estresarlo, y tal vez ese fue su error, porque de algún modo se había dado por vencido.

[B.A.P] «fishing for love».Donde viven las historias. Descúbrelo ahora