Aquí estaba una vez más. Me sentía tan atrapada en medio de todas esas risas forzadas y sonrisas fingidas. El mismo lugar cansado, aburrido y solitario. Toda mi vida me he sentido así. Era como una canción que no paraba de reproducirse en bucle. En eso se estaba convirtiendo mi vida y no quería eso. Como todo el mundo, deseaba tener una aventura que me hiciera vibrar o conocer a alguien que me animara a correr riesgos que nunca me había atrevido. Aunque todo apuntaba que mi vida sería ordinaria, pero ¿este sería mi destino? ¿Y que si me equivocaba y estaba en otro lugar?
Recargué mi codo contra la mesa de mi pupitre. Había decidido sentarme en la última banca de la primera fila, un lugar en el cuál podía pasar inadvertida por todos e incluso por el maestro. Podría ver como se movía todo esto y acoplarme en la marcha, pero no me gustaba lo que veía.
Paredes de mentiras.
Ojos vacíos.
Suspiré con pesadez y negué con la cabeza. Miré mi cuaderno mientras hacia una mueca con los labios. Leía una y otra vez el título de la primera materia del día mientras recordaba que estaba haciendo yo aquí. Iba a estudiar diseño gráfico solo porque según mis padres el ser "pintor" no te deja dinero. ¿Y si yo no quería dinero? Solo quería seguir mi pasión. Así que solo conseguiría el título para después dedicarme de lleno a pintar.
Aparté la vista del cuaderno en el justo momento en que alguien entraba al aula, varias cabezas se habían girado para admirar al chico que había entrado, pero inmediatamente apartaron su mirada sin mucho interés. Algunos otros, como yo, no pudieron despegar la mirada del magnífico espécimen que estaba caminando tan despreocupadamente.
Me tomé el tiempo para admirarlo. Cabello negro, ojos claros de color azul, sus labios carnosos. Mi mirada continúo descendiendo por aquel escultural hombre. ¿Los hombres así eran reales? ¿Dónde había estado metido?
Mi mirada regreso a esos preciosos ojos y mi corazón comenzó a latir desbocado en mi pecho. Él giró su rostro y nuestras miradas se encontraron. Pude sentir como el color subía por mi rostro, pero el resto del mundo había desaparecido y por ese solo momento solo existíamos él y yo.
Una sonrisa se dibujó en su boca, el corazón me dio un vuelco y yo solo pude devolverle la sonrisa con amabilidad y timidez. Podía ver que sus ojos me susurraban "¿nos conocemos?"
Ni siquiera me había dado cuenta que él se había detenido hasta que su silueta comenzó a avanzar hacia mí.
Con cada paso que él estaba más cerca hacía que mi corazón me latiera a tal velocidad que sentía que iba a salirse por mi boca. Tragué saliva cuando este chico llegó a la fila donde estaba mi banco. Intenté parecer tranquila, pero por dentro tenía un remolino de sentimientos y algo en mi pecho estaba aleteando de emoción.
—Disculpa—su voz ronca y masculina hizo que mis oídos se derritieran, pero pude percatarme que tenía cierto acento. Era americano—, ¿está ocuparo?
Señaló el pupitre que estaba frente a mí.
—Ammm...—carraspeé un poco para que la voz no fuera a salirme con un graznido—. No.
—Bien—dejó su mochila en el suelo y se sentó de lado para poder verme—. Mi iamo Hunter.
Él extendió su mano para que la estrechara y así lo hice. Sentí un cosquilleo que me recorrió el brazo y llegó hasta mi columna. Alcé la mirada y la sonrisa de él había desvanecido. Me miraba con seriedad como si estuviera intentando descifrar algo y, la verdad, yo también me sentía así. Mi corazón latía y sentía que una parte de mi tiraba con fuerza en dirección a este chico.
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Enchanted
Teen Fiction"Un hilo rojo invisible conecta a todos aquellos que están destinados a conocerse. El hilo puede estirarse o enredarse, pero nunca romperse." Mía conocerá a Hunter e instantáneamente sentirán una conexión entre ellos. No importa qué o quién intente...