Capítulo 12

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—Landon, no quiero ver Harry Potter y las reliquias de la muerte.

Me crucé de brazos mientras lo miraba con molestia.

Desde que habíamos llegado él se había puesto irritable y en una actitud bastante molesta.

—Me niego a ver otra película de Nicholas Sparks.

Él también se cruzó de brazos y pisé con fuerza ante esta nueva faceta tan irritable de Landon que no me estaba gustando para nada.

— ¡Estas tan insoportable! ¿Qué te pasa?

A él pareció tomarle por sorpresa mi pregunta y se descruzó de brazos para poner las manos detrás de la cabeza mientras se recostaba mejor en el sofá.

—Los vuelos me ponen de mal humor, ¿quieres verme animado? Pon a Harry Potter.

—Tú solo quieres ver a Emma Watson.

—Obviamente, ella me hace sentir mejor.

—Hunter dijo que yo escogiera la película.

—Nope, me niego a ver algo romántico.

Lo asesiné con la mirada y bufé con molestia.

—Eso no se quedará así, Landon.

Me di la media vuelta para salir e ir en busca de Hunter. Alcancé a escuchar la voz de Hunter en la entrada de la casa y camine hacia ahí, pero me detuve de golpe cuando lo vi.

Sentía como si alguien me hubiera apuñalado en el estómago sacándome todo el aire de golpe y haciéndome sentir un dolor inmenso que se instaló principalmente en mi corazón.

No podía dar crédito a lo que estaba viendo.

Hunter besándose con otra chica.

¿Él... tenía novia?

— ¿Hunter? —murmuré su nombre sin estar aún segura de lo que estaba viendo.

Él se apartó de golpe de la chica y me miró horrorizado. Su mirada fue de mí hacia la hermosa chica que tenía enfrente.

La chica me miró despectivamente mientras abrazaba a Hunter por el cuello. Su piel blanca y perfecta combinaba con la de él, su cabello negro, lacio, largo y sedoso parecía salido de un comercial y sus ojos, esos ojos que me hicieron sentir pequeña.

Ella era la chica perfecta para Hunter.

—Amor—dijo ella y la palabra se sintió como una puñalada—, ¿quién es?

Ella ni siquiera sabía que yo existía.

No pude quedarme ahí y me giré para salir corriendo y regresar por donde había venido.

Sentía como si alguien me hubiera movido el piso donde estaba parado y empezaba a caer en un pozo sin fondo.

Pude ver el dolor reflejado en los ojos de Mia y aquellos ojos tristes fueron como cuchillos lanzados directamente a mi corazón.

Le había hecho daño, le había mentido.

¿Cómo iba a reparar esto ahora?

— ¡Mia!

Grité en un estúpido intento para detenerla.

Obviamente ella no regreso.

Maldición.

— ¿Mia? —Escuché la risa burlona de Audrey—, ¿qué clase de nombre es ese?

—El nombre de mi mejor amiga.

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