No sabía que era posible encariñarse a un lugar en el cuál no habías nacido o en el cuál llevabas poco tiempo, pero creo que dependía mucho de las personas con las que te llegas a encontrar, las personas con las cuales construyes memorias, memorias que son difíciles de borrar y se quedan grabadas en tu corazón para siempre.
Recuerdo lo mucho que me molestaba mudarme y venirme a vivir a México, ahora me molestaba mudarme para rime de dicho país. Vaya ironía.
Pero había llegado a la conclusión de que no era el lugar, sino las personas. En México había encontrado a personas maravillosas, entre ellas estaba Mia.
Mia.
Maldición como la iba a extrañar. Me dolía demasiado tener que dejarla. Sí, había miles de formas para poder mantenernos en contacto, pero no iba a poder tocar su tersa piel, tampoco podría aspirar su aroma tan dulce.
Mi celular sonó y lo saqué de mis tejanos creyendo que sería un mensaje de Mia, pero en realidad era de Audrey.
Cuento los días para volver a verte.
Suspiré con un enorme pesar mientras veía la pantalla por un largo momento pensando en que poder contestarle.
Yo también.
Mentí.
Distanciarte de una persona no es malo, a veces te ayuda a aclarar tus pensamientos y otras veces te ayuda a ver a esa persona desde otra perspectiva y, con tristeza, te terminas dando cuenta de que no era lo que creías.
Había mantenido mi contacto con Audrey lo más que podía, pero había momentos en los que me abandonaba por completo. Dejé de preocuparme por eso y solo pude percatarme de que lo nuestro estaba muriendo, mientras que mis sentimientos por Mia iban creciendo.
Me sentía mal.
No podía evitar sentir esta extraña atracción por Mia, como si mi vida entera estuviera conectada a su mera existencia.
Pero a la vez luchaba por respetar mi relación con Audrey, lo cual ella me lo ponía difícil, pero no era algo que quisiera usar de pretexto. Así que este tiempo lejos me iba a servir para reconectar con mi novia o darme cuenta de que mis sentimientos por Mia eran diferentes a lo que alguna vez había sentido.
Distanciarse, a veces no es malo, simplemente es necesario para aclarar la mente y el corazón.
Los días se me escurrieron como agua entre los dedos y cuando menos lo pensé ya había empacado, de nuevo, la mitad de mis pertenecías para volver a Nueva York.
Tomé mi maleta mi maleta y la llevé hasta el lumbral de la puerta de mi cuarto. Miré, sobre mi hombro, la que había sido mi habitación y donde había vuelto a coleccionar maravillosos recuerdos, en los cuales Mia era la protagonista número uno.
Tan solo anoche, nuestra última noche. Había estado a punto de besarla, de nuevo. ¡Jesús! Era una verdadera tortura, pero este tiempo lejos de ella podría resolver todas las dudas que me estaban comiendo el cerebro.
— ¡Hunter debemos irnos o perderás el avión!
Mi padre gritó desde la planta baja.
Cerré los ojos mientras apretaba los parpados con fuerza e intente buscar la fuerza necesaria para dar un paso y comenzar a dejar atrás la vida que había hecho en México.
Crucé el umbral y ya sentía que una gran parte de mi corazón se estaba quedando encerrada ahí.
Bajé la maleta y papá la tomó para subirla a la parte trasera de la camioneta. Revisé los bolsillos de mis tejanos revisando que tuviera todo lo que iba a ocupar para abordar el avión.
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Enchanted
Teen Fiction"Un hilo rojo invisible conecta a todos aquellos que están destinados a conocerse. El hilo puede estirarse o enredarse, pero nunca romperse." Mía conocerá a Hunter e instantáneamente sentirán una conexión entre ellos. No importa qué o quién intente...